La sabiduría de la inocencia

Con frecuencia, los adultos no somos felices, a causa de nuestra excesiva complejidad. Necesitamos de la inocencia de los niños para conocernos a nosotros mismos, e incluso para llegar a conocer a Dios.

La sabiduría de la inocencia

“Si no os hacéis como niños…”

 

 

Cada niño que nace en el mundo es una señal inequívoca de que Dios mantiene la esperanza en los hombres… La virtud de saber transmitir a los niños nuestra experiencia, es proporcional a nuestra disposición para aprender de su inocencia… ¡Qué atractiva, y a la vez, qué sorprendente nos resulta la sencillez de los niños!  ¡Y qué vileza tan grande, el tomar excusa de su educación para violentar la inocencia de los pequeños! Nuestra cultura necesita urgentemente de los niños, porque pocas cosas hay tan falsas como una alegría sin inocencia…

            Con frecuencia, los adultos no somos felices, a causa de nuestra excesiva complejidad. Necesitamos de la inocencia de los niños para conocernos a nosotros mismos, e incluso para llegar a conocer a Dios. Como decía San Bernardo: "El desconocimiento propio genera soberbia; pero el desconocimiento de Dios genera desesperación". Los niños son un buen espejo del Corazón de Dios, así como del corazón del hombre.

Me venían a la cabeza todos estos pensamientos, después de leer un “ppt” que llegaba a la “bandeja de entrada” de mi correo electrónico. (En medio de tantas frivolidades como circulan por Internet, solemos recibir también algunas perlas, de esas que ensanchan nuestro corazón y elevan nuestros horizontes). Se trataba de una conocida colección de cartas dirigidas a Jesús, que un profesor italiano había recogido de sus alumnos de Primaria. La forma de expresarse de estos niños destila sinceridad y pureza. Con ingenuidad y simpatía, nos aportan una dimensión más auténtica y profunda de la realidad.

¡Benditos sean esos maestros que llevan a los niños a descubrir en Jesucristo, a su mejor amigo! ¡Benditos sean esos niños que, en su inocencia, nos enseñan a los mayores a descubrir la sabiduría de la vida!

 

            Ojos puros para reconocer la belleza: “Querido Niño Jesús: Yo creía que el naranja no pegaba con el morado. Pero luego he visto el atardecer que hiciste el martes. ¡Es genial!” (Eugenio)

            Intuición para descubrir la fuente de la sabiduría: "Querido Jesús: Hemos estudiado que Tomás Edison descubrió la luz. Pero en la catequesis dicen que fuiste tú. Yo creo que te robó la idea”. (Daria)

            Ser niño para bucear en el Corazón de Dios: “Querido Niño Jesús: Seguro que para ti es dificilísimo querer a todos en todo el mundo. En mi familia sólo somos cuatro y yo no lo consigo”. (Violeta)

            Inocencia que cuestiona nuestros fundamentos: “Querido Jesús: ¿El Padre Mario es amigo tuyo, o sólo es un compañero del trabajo?” (Antonio)

 

            La coherencia de los sencillos: “Querido Jesús: Ya no me he vuelto a sentir sola desde que he descubierto que existes”. (Nora)

 

            La gratuidad de la amistad: “Querido Jesús: No creo que pueda haber un Dios mejor que tú. Bueno, quería que lo supieras… Pero no creas que te lo digo porque eres Dios, ¿eh?” (Valerio)

 

            Afortunadamente, la iniciativa social ha conseguido que en España se comience a abordar el debate en torno a la cultura de la vida frente a la cultura de la muerte. Los cristianos podemos y debemos contribuir con nuestro mensaje de fe en la vida, acompañado del compromiso solidario en las situaciones más difíciles. No en vano la “causa de la vida” es la “causa de Jesús”. Él no sólo nos invitó a amar a los niños, sino también a aprender de ellos: “Le presentaban unos niños para que los tocara; pero los discípulos les reñían. Mas Jesús, al ver esto, se enfadó y les dijo: « Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el Reino de Dios.  Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él ».  Y abrazaba a los niños, y los bendecía poniendo las manos sobre ellos” (Mc 10, 14-16). ¿Será por esto que se congregaron tantas familias y niños en la manifestación por la vida del 17-O en Madrid?

 

+ José Ignacio Munilla, obispo de Palencia

9 comentarios

Jos
Miremos el mundo y miremos a los demás con ojos de niño...
Dios da su gracia a los humildes y se resiste a los soberbios.
23/10/09 11:07 PM
Alfonso
Alguien debería pedirle a monseñor que no escriba cosas tan profundas y sensibles. A veces es difícil no caer en una especie de trance al leer sus pensamientos . A mi me pasa muchas veces que cuando leo a monseñor, siento la necesidad de interiorizarme en mismo y después en Dios.¿Se me entiende? ¿No les pasa a ustedes lo mismo?
24/10/09 12:44 AM
Monseñor,
Su nota es hermosa, me recordó los años gloriosos en que trabajé con niños, creo que fueron los mejores años de mi vida, esos niños me condujeron de nuevo a Dios.

Durante este período también trabajé con una amiga italiana radicada en mi país y juntas elaborábamos actividades relacionadas con el estímulo a la lectura y por lo que lográbamos extraer espontáneamente de los niños es que entiendo cuánto le han conmovido estas sencillas e ingenuas frases.

Yo creo que mucho de restablecer nuestra condición de niños ante Dios es recuperar nuestra capacidad de asombro, creo que usted la tiene y que yo también.

Muchas gracias por su nota y por haberme hecho recordar que poseo este invaluable tesoro.
24/10/09 3:38 AM
Monseñor, regresé no más para dejar el enlace a mi blog en el que escribí una notita inspirada en la suya.
Muchas gracias.
http://deoomnisgloria.blogspot.com/2009/10/asombroso.html
24/10/09 5:09 AM
alfonso
A mi me pasa como a maricruz, que me inspira mucho monseñor, pero no tengo blog.
24/10/09 5:29 PM
anarico
Muchos grandes hombres de la Iglesia de los mejores tiempos nos han enseñado que, una cosa es amar al Criador y otra, muchas veces contraria, es amar a la criatura. Yo creo que más que nada lo que tenemos que hacer y, enseñar, es amar a Dios. La causa de todas las ignorancias y todas las desgracias es éste error, de no saber qué es lo primero. Y Creo que tenemos que aplicarnos a lo primero con toda nuestra fuerza, si queremos salir de ésta. No hay otra salida.
Recordar que tenemos los católicos algunos maestros "macizos" en conocimiento de la doctrina, aparte de la multitud de chiscarabis.
25/10/09 7:57 PM
Antonio
Amar a Dios y amar a sus criaturas, especialmente a los niños, no son dos realidades contrapuestas, sino que se implican mutuamente.
Me parece muy significativo que nuestra cultura fomente el aborto (cuando el niño es "no deseado"), al mismo tiempo que endiosa al niño (cuando ha sido "deseado").
La clave de esta aparente contradición está en la tesis de este artículo: Nos falta descubrir el don de Dios que se nos muestra en la inocencia de los niños...
26/10/09 7:06 AM
Eugenio
Monseñor no se si esta es la tribuna para hacerle llegar este mensaje, pero es que lo escuché esta mañana hablar por la Radio en contra de los evangélicos. Sus palabras no construyeron puentes de acercamiento ni reconciliación. ¿No son acaso ellos también hermanos? No creo que ellos promuevan la falta de santidad, su comentario dio la idea de que “cubren el pecado con la nieve”. Conozco evangélicos que no estarían de acuerdo con esta afirmación y es más, repudian el pecado y los excesos de la carne promueven tambien las obras. Creo que podemos aprender de ellos y ellos del catolicismo. Hasta, podría decir que son más radicales en su práctica del evangelio que muchos. Escucho como en su página Web usa música de origen protestante y son preciosas, eso si construye puntes.
Gracias por aclarar sobre el tema. Gracias por sus enseñanzas y su voz profética.

Eugenio
29/10/09 12:09 PM
Gregory
Apenas le estoy conociendo Monseñor Munilla y ya lo siento como de mi familia, no olvideos que la Iglesia es la Familia de Dios. Que el Señor lo guarde.
19/06/10 4:00 PM

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