«Me duele América», por Beatriz Briceño Picón

Me duele Venezuela. Y recuerdo aquel «me duele España» de Unamuno, pero también me duele América porque es el continente de la esperanza. El dolor es interior, no visceral: ni rabia, ni odio, ni desesperanza, es dolor de amor, es pena de compasión, es desazón de cuerpo. Es compromiso de alma. He recordado los años de exilio durante la dictadura de Pérez Jiménez y he contemplado con tristeza aquella decepción de mi padre a la vuelta a Venezuela, en 1958. He recordado a Babel y me parece que debió ocurrir algo semejante, pero sin cultura de masas y sin este desarrollo tecnológico que asusta.

¿Marxismo, socialismo, democracia, capitalismo? ¿Sabemos acaso algo de la verdad de las ideologías? ¿Qué son en Venezuela derechas o izquierdas? Palabras hueras, vacías, que sirven para llenar discursos, para atrapar incautos. El fascismo «está de moda», pero preguntemos qué es ser fascista. Y no digamos nada de los imperialismos, a veces parece que son territorios y nada que ver, son formas de gobernar y sojuzgar. Y si concretamos un poco, qué confusión al hablar de trabajo, se recuerda más al negrito del batey que a esa vocación que Dios quiso para los hombres. Derecho a un empleo digno, derecho a un salario justo… y cómo se come eso si un porcentaje muy grande piensa que la relación trabajo-salario es capitalista o socialista o marxista. En junio hablaré de esto. Me duele América de Norte a Sur, me duele el mundo de Este a Oeste. Y más me duele el corazón de Venezuela, con sus extra sístoles y sus arritmias por una indigestión de ignorancia mezclada con la concupiscencia de la carne, de los ojos y la soberbia de la vida.

Querría instalar cátedras de civismo en cada esquina. Pero antes de entrar en lo que se espera de un ciudadano, hay que profundizar en la dignidad de la persona. Y hay que cambiar las entrañas del egoísmo, del individualismo. Qué palabras tan confusas nos trajo la revolución francesa y luego el capitalismo, salvaje o no, y el marxismo que disolvió la dignidad de la persona humana. Me duele todo: el corazón que hace tic tac, tic, tic, y el hígado que tiene que ver más con los sentimientos. Qué cantidad de bilis en esos humores llenos de rabia de la malísima.

Y como católica, me duele la Iglesia en este año de la fe, me duele el Papa Francisco y su compañero de contemplación: el Papa Benedicto XVI. Muchos de los daños a nuestra Santa Madre vienen de dentro; algunos, posiblemente de nosotros, los enredados en una política que no busca el bien común, que no se ha propuesto la fraternidad y el desprendimiento material como tarea personal. En bautizados que hacen derroches de dinero en Venezuela para una fiesta de graduación de bachillerato, para un bautizo o para un matrimonio eclesiástico… Los padres de familia, de la generación que estudia, no tiene alas para entregar a sus hijos, solo quejidos y objetos electrónicos. Es la generación de los «prescindibles» que bautizó Rodríguez Legendre, en su ensayo sobre la Hora Undécima.

Mi dolor es total, pero lo alivió al ponerlo junto a la Cruz de Cristo y cuando veo a Jesús Eucaristía pidiéndome que me deje llevar de mis maestros. Después de la ascensión del Señor, celebraremos de nuevo al Espíritu Santo y con Él, Alma de la Iglesia: el santificador, el Amor en persona que nos da fuerzas para resistir y acometer la lucha diaria por la justicia, el bien, la belleza, la fraternidad, el amor verdadero.

Pero el Espíritu Santo no nos va a explicar los conceptos que debemos estudiar y asimilar en la convivencia diaria. Sí nos dará luces para descubrir que todas esas palabras que repiten discursos de derecha e izquierda son banales, pasadas de moda o inválidas. Porque no hay derecha ni izquierda, sino justos e injustos, solidarios e insolidarios, veraces o mentirosos. Pero para descubrir la verdad hay que despojarse de uno mismo y sobre todo de las ansias de riqueza y poder que anidan en el corazón de quienes perdieron el sentido del arte y la ciencia que lleva a buscar el bien del pueblo en su máxima interpretación.

Me duele América y Venezuela, Europa y África. Y nos duelen Asia y Oceanía y nos duele que las fuerzas del mal nos lleven a pasar distraídos el año de la fe. Pero levantamos el alma hacia esa maravillosa Esperanza eterna: Cristo.

 

Beatriz Briceño Picón

Fundación Mario Briceño-Iragorry

Periodista UCV

Tomado de Reporte Católico Laico

6 comentarios

ramon cun
Hola Beatriz, tu articulo es muy interesante, claro, duelo todo lo que pasa en nuestra america latina, desde que tengo conciencia esto se sigueviviendo desde siglos atras, desde guatemala un fraternal saludos en Cristo y en Maria de Nazareth. intentare hacer una cancion con tu articulo. soy un laico vicentino y estoy dando algo de mi para mis hermanos mas necesitados. saludos. chawil aawib' (idioma maya q'eqchi')
8/05/13 6:38 PM
Joaquin Costa Rica
Tierno y profundo. Que Dios te bendiga.
9/05/13 4:25 AM
Gregory
Me conmueve su escrito esa preocupación que embargo a a Mario Briceño Iragorry sigue vigente, no se trata de cambios materiales ni de avances tecnológicos se trata de un cambio profundo en nosotros mismo, entendamoslo una conversión. Este añp de la fe nos invita si a renovarla y a vivirla en cada momento que ella se quien dirija nuestros acciones y proyectos y el amor sea nuestro norte. Lo que más me conmueve es que no se siente pesimismo en sus palabras sino esperanza yo lo siento y debo agregar que es gracias a Dios.
9/05/13 11:21 PM
Mariana de San Miguel
Gracias Beatriz Briceño, por tu hermoso y consolador sentimiento y comentario.
Soy mexicana y también me duele lo que sucede en mi patria y en mi América y en mi "Madre Patria".
Y también me duele lo que veo en mi Una, santa, católica, apostólica y romana Iglesia.
Pero para mí, sigue siendo Madre y Maestra, aunque no siempre entiendo porque no se ha hecho lo necesario para mostrarnos el verdadero rostro de Cristo. Mientras, espero con ansias su segunda venida, y, como tú, espero celebrar con gran fiesta en mi corazón, la gran solemnidad de Pentecostés.
19/05/13 1:01 AM
Alejandro M de Quesada Pichardo MD
Querida Beatriz,
Por casualidad he leido tu artículo. Fuimos compañero en la Universidad de Columbia en 1958. Comprendo y comparto tus ideas. Como Cubano exilado por el comunismo, en los Estados Unidos, por más de 50 años he podido experimentar muchos de tus sentimientos. Espero un futuro mas estable para nuestros hijos y nietos.

Alejandro de Quesada
27/12/13 1:08 PM
Ramón Antonio Pérez
Me gustó tu artículo querida Beatriz. Es un llamado a que aterricemos y sembremos nuestra esperanza en Jesucristo. "Porque no hay derecha ni izquierda, sino justos e injustos, solidarios e insolidarios, veraces o mentirosos". Toda tú, mi querida Beatriz; eres la Venezuela que queremos!!!
17/09/18 1:44 AM

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