Huella hispánica en América

El alumbramiento de esta nueva cristiandad en el Nuevo Mundo fue sin duda, la gesta incomparable de la España católica, digna de ser emulada.

Cuando se produce el descubrimiento de América, han trascurrido ya varios siglos en los que Europa había vivido tiempos esplendorosos bajo el signo de la cruz. Trono y altar caminaban en una misma dirección en estrecha colaboración, no siendo fácil distinguir donde acababa uno y donde comenzaba el otro. Se trataba de un orden universal instaurado en Occidente que había de ser reconocido con el nombre de Cristiandad  y que venía a ser una comunidad de fieles repartidos en una diversidad de pueblos con la misma Weltanschaung, o lo que es lo mismo, una misma concepción del mundo que le permitía  vivir bajo una misma norma moral, aceptar el mismo magisterio, profesar una sola fe y un solo bautismo. Venía a ser, como se ha dicho, la expresión de una Europa cristiana o lo que es lo mismo de un cristianismo europeo. La Cristiandad llegó así a ser una construcción político-religiosa, en unos tiempos en los que Dios era reconocido como el verdadero Señor de la Historia y punto de convergencia entre política y religión, donde hubo errores sí ; pero también grandes aciertos.

Impulsados por  el espíritu de esta Cristiandad y no tanto por las aspiraciones expansionistas, los Reyes Católicos, Isabel y Fernando se embarcaron en la gran aventura del descubrimiento de un nuevo continente. En  su ánimo estuvo siempre la intención de trasplantar el cristianismo a otras culturas. El interés de  Isabel por la evangelización de los indios queda patente en su testamento, donde recuerda y pide que se recuerde que el principal fin por el que  les han sido concedidos los territorios del Nuevo mundo ha sido la evangelización de sus moradores. Solo bajo este supuesto puede ser entendida  la presencia de España en estos territorios.

Hoy cuesta trabajo entender como el espíritu del Evangelio  pudo llegar a gobernar a los estados; pero hubo un tiempo en que esto fue ciertamente así y España es un claro ejemplo de ello. El 12 de Octubre de 1492, el mismo año en que la enseña de Cristo comenzó a hondear en las almenas de Granada, era descubierto el  Continente Americano para la mayor gloria de Dios. Ya sé que la leyenda negra ha ensuciado este glorioso acontecimiento; pero la verdad  histórica es la que es y con todo el derecho del mundo los españoles podemos sentirnos orgullosos de un cristianismo y una cristiandad promovida por nuestra Patria  en tierras americanas. Largos y dolorosos siglos de reconquista habían puesto a prueba la reciedumbre de sus soldados, de sus misioneros y de sus místicos.  La cristiandad había encontrado en  España  el más firme valuarte y el embajador más cualificado para llevar la Buena Nueva allende los mares y esto es lo que cada 12 de Octubre conmemoramos, asociado a la festividad de la aparición de Ntra. Señora  del Pilar a Santiago que nos remite a los orígenes del cristiano ibérico.  Es así como la Hispanidad entera celebra unida la llegada de la fe,  permaneciendo asociada el sentimiento de hispanidad la idea de catolicidad.

Más que de colonización americana habría que hablar de cristianización. Ésta ha sido la altísima misión que la historia tenía reservada a España. Como bien dice el famoso historiador  Caturelli: «Es evidente que aquella ‘presencia benéfica’, la más profundamente benéfica ha sido la evangelización de todo un continente por obra de los misioneros de la España Católica”. Y cuando hablamos de la España evangelizadora estamos hablando de la España trasmisora de la fe  cristiana por una parte y por otra de la forjadora de una nueva y fructífera cristiandad. De la instrucción cristiana se encargaron una legión de misioneros  que atravesando  mares, montañas, selvas, desiertos, ríos y llanuras llegaban a las tribus alejadas y allí pacientemente se acomodaban a sus usos y costumbres, aprendían su lengua o dialecto, para así trasmitirles el mensaje evangélico, administrarles los sacramentos, proporcionarles todo tipo de ayudas espirituales y si el caso lo requería hacer causa común con ellos, defendiéndoles incluso de los colonos desalmados que pretendían esclavizarlos. Misión cristianizadora y humanitaria la suya que casi siempre encontró respaldo, dicho sea de paso,  en la Corona de España.

Poco a poco y con el paso del tiempo se fueron creando las condiciones necesarias para establecer una interrelación cada vez más estrecha que acabaría por compartir no solo formas de  vivir, sino también de pensar, de actuar y de sentir, inspiradas en el espíritu cristiano. Era el comienzo de una nueva era, una prolongación de la vieja cristiandad europea, que estuvo auspiciada por los Reyes Católicos, el cardenal Cisneros y los mejores Austrias. La gran familia Iberoamericana aprendió a hablar y a rezar en un mismo idioma, su política estaba impregnada de un mismo espíritu cristiano, la sociedad acogía el magisterio de la Iglesia Católica, plasmado en las Leyes de Burgos de 1512, que surgen como respuesta al sermón de Montesinos, donde se insiste en el compromiso evangelizador de la Corona.  Posteriormente, en la misma dirección vendría las leyes de Indias en el 1542 que fueron obra de teólogos y juristas. De este modo, Instituciones, cultura, arte,  educación acabaron hundiendo sus raíces en la sabiduría cristiana.

El proyecto de vida abierto a la trascendencia llegó a ser compartido  por la casi totalidad de las capas sociales tanto en la Península como en el Continente, si bien, como es natural, las culturas precolombinas de los aztecas y los incas seguían ahí y ello hacía que hubiera indios que no lograron desasirse totalmente de algún tipo influencias ancestrales o adherencias mitológicas. Aún así, se vivía bajo la presencia de Dios dueño del destino universal de los hombres y de los pueblos, pudiéndose  decir que durante el periodo del Renacimiento y la Ilustración cuando la  Cristiandad Europea daba muestras de agotamiento, en la Comunidad Iberoamericana el espíritu cristiano seguía siendo el alma del estado.

El alumbramiento de esta nueva cristiandad en el Nuevo Mundo fue sin duda, la gesta incomparable de la España católica, digna de ser emulada. Pienso que, en los tiempos que corren, no viene mal recordar estas cosas a los hombres y mujeres de esta nuestra sociedad un tanto desmemorizados  que miran con desdén la presencia religiosa en la vida pública  y que se escandalizan del pensamiento cristiano, de la cultura cristiana, de la política cristiana, de la moral cristiana.

 

Ángel Gutiérrez Sanz

6 comentarios

Sergi
"[La evangelización] solo bajo este supuesto puede ser entendida la presencia de España en estos territorios"

El adverbio 'solo' es una exageración. No solo fue para evangelizar, sin quitarle el gran peso que con toda razón tuvo.

También lo fue el hallar riquezas y alcanzar la gloria, lo que se desprende de las motivaciones que tanto conquistadores como colonizadores plasmaron en sus escritos y ratificaron con sus acciones, coherentes con aquellos. Además, refrendados igualmente por las decisiones prácticas de la Corona de manera consistente.

Que por cierto, para que no se malentienda, no era malo en sí, mientras se supiera administrar, lo que muchas veces no ocurrió. Al fin y al cabo, los conquistadores y los colonizadores eran hombres, como nosotros, heridos por el pecado y llenos de contradicciones. Desde Lope de Aguirre (el Tirano Aguirre) hasta Toribio de Mogrovejo. De todo hubo.
16/10/12 4:52 PM
Juan Mariner
Hubo de todo en América: lo más positivo su evangelización, con diferencia, lo demás es secundario.
16/10/12 8:58 PM
Sergi
Juan, de acuerdo contigo sobre lo más positivo.

Que lo demás fuera secundario, pues, hombre, ni tanto. Que lo que extrajeron de oro y plata desde Perú y México no fueron tres monedillas del fondo del bolsillo...
17/10/12 1:55 AM
Anticlimacus
Paul,
ni los sacrificios humanos que se suprimieron en México tampoco eran tres voluntarios, ni las universidades que se crearon en el primer siglo fueron tres, ni...
17/10/12 9:07 AM
Ángel
Sergi:
Ya sabemos que de todo hubo, colonos que se aprovecharon etc, pero eso es la excepción, no la categoría, algo invitable en un colectivo tan heterogeneo. Ya sabemos también que se extrajeron benficios para la Corona; pero puede verse también desde el lado contrario.¿Te parce poco el riesgo, el esfuerzo, los gastos y el compromiso que se puso en esta empresa?. Hasta la Reina Isabel, tuvo que empeñarse y vender sus joyas. Todo, lo hipotecó todo.
20/10/12 12:33 PM
Catholicus
No entiendo tanta insistencia con el oro y la plata. Total, estaba ahí y no lo querían para nada..... pues para el que lo quiera :-))
24/10/12 10:40 AM

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