Carta de Monseñor Felipe Bacarreza a sus hermanos en el episcopado de Chile

A todos mis hermanos Obispos:

Querido hermano:

La entrevista que dio el padre Berríos a la revista El Sábado (sábado 5 de junio de 2010) como último acto antes de su partida al África es lamentable. Es un nuevo ejercicio del “magisterio paralelo” que ha ejercido en estos últimos años y que, dado el poder que le conceden los medios de comunicación, tiene muchos seguidores y ha desorientado a muchos. Los Obispos no hemos tenido poder para conseguir que sus superiores lo moderen. En esta entrevista insinúa la complicidad del padre Fernando Montes, a quien señala como su director espiritual y con quien aparece en una foto. Si el padre Fernando Montes no lo desautoriza, quiere decir que lo apoya y comparte esas opiniones.

El padre Berríos se refiere a varios temas en los cuales emite opiniones contrarias a las del Magisterio de la Iglesia y de los Obispos de Chile.

- Que el uso de anticonceptivos es obligatorio como un “mal menor” cuando la persona no puede contenerse de tener relaciones sexuales de riesgo. Afirma que en este punto dejó callados a los Obispos que le llamaron la atención. Su magisterio quedó en pie y el de los Obispos quedó en ridículo.

- Afirma que se debería ordenar a personas casadas y que el celibato debería ser opcional para el clero diocesano. Contra el Magisterio pontificio reafirmado varias veces, también recientemente, que hace del celibato perpetuo una condición para la ordenación sacerdotal de todo presbítero en la Iglesia Occidental. La implicancia es que él tiene razón y el Magisterio de la Iglesia está en una posición muy rígida, insostenible y dañina para la Iglesia.

- Según su magisterio, los hijos de divorciados no sufren ningún daño a causa del divorcio de sus padres. Según el Magisterio de la Iglesia, en cambio, los hijos de divorciados sufren un daño difícil de evaluar, pero cierto.

- Según su magisterio, el Santo Padre debería recibir como esposos a los divorciados vueltos a casar, porque ellos no son responsables, sino sufrientes, ya que el matrimonio indisoluble es un privilegio de algunos y no una obligación.

Aparte de estos puntos, es grave la afirmación que hace sobre el Papa Juan Pablo II: “El Papa Juan Pablo II le hizo mucho daño a la Iglesia”. La implicancia es que él puede juzgar al Papa Juan Pablo II, porque él tiene un magisterio superior y sabe mejor qué es lo que le conviene a la Iglesia.

Es grave la infidelidad que atribuye al Papa actual hacia Juan Pablo II, cuando era su prefecto en la Congregación para la Doctrina de la Fe: “Siempre se supo que la carpeta del caso Maciel estaba en el escritorio de Ratzinger, cuando era prefecto de la Doctrina de la Fe. Cuando Juan Pablo II estaba más disminuido, lo primero que hizo Ratzinger fue sacar a Maciel”. Pone al Papa actual discrepando con Juan Pablo II y haciendo un acto de deslealtad aprovechándose de su enfermedad, que él, el padre Berríos, aprueba y celebra.

Por último, es grave la descalificación hacia nuestro hermano Obispo Juan Ignacio González. La misma periodista quedó impactada y reacciona: “Es una acusación grave a un Obispo. ¿No cree que lo está juzgando injustamente?”. El padre Berríos anuncia su protesta pública si el Santo Padre nombrara a Mons. Juan Ignacio González como Arzobispo de Santiago. De nuevo, la implicancia es que él sabe mejor quién es el que conviene nombrar. Dada la tribuna que le dan los medios y que él sabe usar muy bien con una pose de falsa humildad, su intervención en este tema puede condicionar ese nombramiento. Si nombran a Mons. Ezzati o a Mons. Goic o a Mons. Lizama, su magisterio quedará inmensamente realzado. Se pensará que hasta la Santa Sede lo escucha. Por otro lado, ha incurrido en un juicio temerario contra un Obispo sin dar ninguna prueba y con afirmaciones vagas: “Tengo entendido que...”. Yo pienso que los Obispos debemos decir algo en defensa de Mons. Juan Ignacio González y pedir a sus superiores una desautorización del padre Berríos. No puede quedar sin reparación una calumnia de ese calibre.

Por último, pienso que el padre Berríos da muestras de una gran vanidad y autosuficiencia que son peligrosas en un sacerdote. Él presume de no tener ninguno de los defectos que él critica en los demás sacerdotes, que “retan a la gente... que se creen superiores... y que muestran el Evangelio como una moral”. él presume de haber resuelto el problema de Chile como hizo el buen samaritano. Será un problema para la Iglesia en Burundi. En lugar de recibir un misionero abnegado, humilde, obediente y trabajador en el anuncio del Evangelio recibirá un sacerdote autosuficiente y que ejercerá un magisterio con criterios que disienten de los de la Iglesia. No me gustaría recibir en mi Diócesis un misionero de esas características. ¿Por qué tiene que ir a crear problemas en otro lugar, donde ciertamente hay mucha necesidad de anunciar el Evangelio sin acomodarlo a las propias ideas? El padre Berríos ha adquirido una gran publicidad diciendo a la gente lo que quiere oír, pero a costo de la verdad. Da un espectáculo penoso y lamentable.

No he podido dejar de decir estas cosas ante un ataque injusto contra el Papa Juan Pablo II y contra un hermano Obispo de nuestra Conferencia Episcopal.

Con fraternal afecto en Jesús y María Stma.,

+ Felipe Bacarreza Rodríguez, obispo