Jesucristo, verdadero y único Salvador del mundo

Instrucción de la CEE hace una pública defensa de la fe cristológica de la Iglesia

Esta semana se ha presentado en rueda de prensa la Instrucción «Jesucristo, salvador del hombre y esperanza del mundo», aprobado en la Asamblea Plenaria de la CEE de abril. Se trata de «una proclamación de la fe de la Iglesia sobre Jesucristo que sirviera de orientación a los fieles y por su misma formulación positiva la defendiera de deformaciones o desviaciones que la apartan de la fe profesada por la Iglesia en el misterio de Cristo y su misión salvífica universal»

(CEE/InfoCatólica) Intervinieron en la presentación en rueda de prensa de la Instrucción el presidente de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe, Mons. Adolfo González Montes; el secretario general y portavoz de la CEE, José María Gil Tamayo, y el secretario técnico de la citada Comisión, Agustín del Agua Pérez.

La Instrucción pastoral de la Conferencia Episcopal Española «Jesucristo, salvador del hombre y esperanza del mundo» tiene cuatro partes

I.- Anunciamos a Jesús, Hijo de Dios encarnado, revelador del origen y destino del ser humano

II. Jesucristo revela la verdad de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo

III. Jesucristo, Salvador universal

IV. El encuentro con Jesucristo Redentor, principio de renovación de la vida cristiana y meta del anuncio evangélico

Publicamos buena parte de la presentación de la Instrucción, firmada por Mons. Adolfo González Montes, Obispo de Almería y Presidente de la CEDF. El texto completo puede encontrarse en formato word y en formato pdf en la página de la CEE.

«I. Motivación y finalidad del documento cristológico

El documento que ahora presentamos tiene su motivación y origen en el compromiso contraído por la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe con el desarrollo del octavo Plan pastoral de la Conferencia Episcopal, 2011-2015. En esta programación se incluía como objetivo propuesto a la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe la «elaboración de un documento centrado en la proclamación de la fe en Jesucristo…»

[...]

A este propósito hay que decir que la motivación de contribuir al programa de nueva evangelización incluye, en efecto, que la proclamación, por nuestra parte, de la fe de la Iglesia en el misterio de Cristo que este documento propone, los obispos queremos que sirva al mismo tiempo como pública defensa de la fe cristológica de la Iglesia. Sin pretender formulaciones exhaustivas, ni tratar todas las cuestiones de la cristología en debate, al proclamar la fe de la Iglesia en Jesucristo, centramos la mente y el corazón de los fieles en la Persona divina del Señor y en el alcance salvífico universal de su misión, para cuyo cumplimiento el Hijo eterno de Dios se hizo hombre y nació de María Virgen. Este objetivo fundamental queda reflejado en el título del documento.

La Congregación para la Doctrina de la Fe a lo largo de los últimos años ha llamado la atención sobre la universalidad de la salvación en Jesucristo, sobre todo con la Declaración Dominus Iesus (6 agosto 2000), manifestando su preocupación por algunas corrientes de teología que se alejan de la comprensión el misterio de la persona de Cristo como Verbo encarnado, el significado soteriológico del misterio pascual, por el cual fuimos redimidos, y el alcance universal de la misión salvífica de Jesucristo con relación al valor salvífico de la religiones no cristianas.

Por su parte, la Comisión para Doctrina de la Fe preparó la Instrucción pastoral «Teología y secularización en España. A los cuarenta años de la clausura del Concilio Vaticano II» (30 de marzo de 2006), debatido y sometido a la aprobación de la LXXXVI Asamblea plenaria de la CEE. En este documento se trataron de las cuestiones que ahora consideramos de nuevo al presentar el anuncio de Jesucristo como Hijo de Dios encarnado y salvador de los hombres. Los obispos han venido haciendo públicas algunas notas doctrinales, exponiendo las reservas que suscitan algunas de las formulaciones de la fe cristológica de autores conocidos y de influencia sobre los fieles, en particular sobre los sacerdotes, las comunidades religiosas y grupos apostólicos del laicado. En este sentido se han ido concretando en estos años las observaciones que era necesario realizar a propósito de algunas obras y corrientes de pensamiento en la Iglesia, indicando la dificultad fundamental en cada caso para poder reconocer, en los escritos y manifestaciones públicas de algunos autores, la fe de la Iglesia sobre en Jesucristo; y dejando siempre abierta a posibles explicaciones satisfactorias por parte de los autores los interrogantes que plantean el tratamiento de puntos doctrinales diversos.

En ningún momento han querido los obispos tratar estas cuestiones como censura que reprimiera la libre investigación de los orígenes de la fe y del desarrollo de la historia de los dogmas cristianos y de la teología. Nuestra manera de hacer ha querido ser principalmente propositiva y de proclamación y anuncio que vuelve a presentar a Jesucristo en el contexto de la cultura y la sociedad de nuestros días como verdadero y único Salvador del mundo. Esta Instrucción pastoral tiene que ver con la misión de la Iglesia y la evangelización. La Iglesia tiene su razón de ser en Jesucristo y no puede renunciar al anuncio de Cristo como Redentor del hombre y Salvador universal, Mediador único entre Dios y los hombres, porque este es el contenido del Nuevo Testamento y el contenido de la tradición de fe y doctrina que ilumina la vida en Cristo del hombre nuevo.

Nuestra preocupación es fundamentalmente evangelizadora y del mismo modo que no es posible la caridad que Cristo impulsa en la Iglesia mediante la acción del Espíritu Santo, porque la caridad ha de hacerse en la verdad (Caritas in veritate), del mismo modo no es posible proponer a Cristo si no es en la fidelidad a la verdad de la fe en su contenido, como la Iglesia profesa el Credo y tal como lo entiende, o si quieren, lo interpreta la Iglesia que vive de él.

La acción evangelizadora de la Iglesia tropieza, en efecto, no sólo con el laicismo beligerante de algunos sectores mentores de la sociedad actual, que tanto influye en la atmósfera cultural y la mentalidad ambiente, sino con la corriente secularizadora que opera en el interior de la Iglesia y alimenta formas de cristianismo que se alejan de la tradición de fe, provocando no poco confusionismo en los fieles. Por ello, con voluntad de salir al paso de concepciones de la fe que condicionan negativamente la evangelización, se nos planteaba la cuestión de ofrecer al pueblo de Dios, como lo hizo, por ejemplo, el beato Pablo VI, una proclamación de la fe de la Iglesia que sirviera de orientación a los fieles y por su misma formulación positiva la defendiera de deformaciones o desviaciones que la apartan de la fe profesada por la Iglesia en el misterio de Cristo y su misión salvífica universal.

Este planteamiento salvaguarda el depósito de la fe, y al mismo tiempo confirma la fe de los fieles y sirve al anuncio del kérygma, a su explanación en la predicación, la catequesis y la formación en la situación actual de la Iglesia en la sociedad pluralista. Una proclamación de la fe en este estilo hace frente al relativismo que presiona y empuja la conciencia cristiana a una comprensión racionalista del dogma de Cristo, dando lugar a nuevas formas de gnosticismo, fundamentalmente contrario a la intervención de Dios en el orden material e histórico de la existencia humana. Se cuestiona así la vedad de la encarnación del Verbo en el hombre Jesús, su unicidad y el alcance universal de su valor salvífico. Se cuestiona de la misma manera la resurrección de Cristo y de los creyentes.

[...]

III. Recapitulación

El documento quiere ser memoria y anuncio de la fe en Jesucristo, que da vida a la Iglesia y es contenido tarea del ministerio episcopal al servicio de la evangelización.

Afirma de forma positiva descartándose, en consecuencia las desviaciones de la misma, la fe de la Iglesia en Jesucristo. Como obispos, guías fraternos del pueblo de Dios y custodios de la fe apostólica, norma que mantiene en su identidad la comunión eclesial, proclamamos que Jesucristo es Hijo eterno de Dios, hecho carne y nacido de las entrañas virginales de María. Su divinidad es inseparable de su humanidad, por medio de la cual el Hijo de Dios entra en la historia de los hombres y del mundo, revela el misterio de Dios y la vida de amor de la Santa Trinidad, abriendo la comunión divina a los hombres por medio de la obra redentora culminada en el misterio pascual.

Salvador universal, Jesucristo es el Mediador único entre Dios y los hombres, razón de ser de la unicidad y universalidad de la redención acontecida «en Él, por Él y en Él». Todos los hombres, aun cuando practiquen religiones no cristianas, reciben de Cristo la salvación, aunque la relación que una religión no cristiana pueda decir a Cristo nos sea misteriosamente oculta a nosotros y patente al conocimiento de Dios.

La salvación acontecida en el misterio pascual de Cristo prolonga sus efectos en la mediación salvífica de la Iglesia, a la cual sirve el ministerio apostólico.

El esquema seguido prolonga el mismo esquema de la Instrucción «Teología y secularización en España», acentuando el carácter de proclamación del misterio de Jesucristo, tanto la verdad entitativa de Cristo como Hijo de Dios (divinidad de Jesucristo); como por lo que se refiere a su humanidad, el fragmento de humanidad que sostenido por el Verbo de Dios es el lugar (topos) donde se da a conocer el Padre en el Hijo, Creador y Redentor del hombre dando fundamento a la esperanza en la vida eterna, anticipada en la resurrección de Jesucristo

Madrid, 6 de julio de 2016»

 

9 comentarios

Benigno Soto
Convendrá que Pagola, Queiruga, González Faus y unos cuantos muchos más lean con atención este documento. Pero si no hicieron caso a los grandes documentos del Magisterio apostólico sobre el misterio de Cristo en Vaticano II, Mystici Corporis, Redemptor hominis, Redemptoris missio, Dominus Iesus, etc. mucho menos caso harán de este documento.

Por otro lado, aunque el documento es luminoso y claro, es, como él mismo lo reconoce, fundamentalmente propositivo, y lleva las denuncias de los errores actuales y recientes como escondidos. Y por supuesto, no nombra a los autores de ellos, aunque en ello está la mayor eficacia, como bien lo sabían los Padres de la Iglesia (Contra Faustum, Contra Iulianum, Adversus Valentem et Ursacium, Contra Arianos, Adversus Apollinarem...) Por lo visto, nuestra actual misericordia es de más calidad que la misericordia de los santos Gregorio, Crisóstomo, Agustín...

En realidad, esa misericordia que evita nombrar a los autores que están haciendo estragos hace decenios desde cátedras y librerías religiosas (también diocesanas) es muy poco misericordiosa con el pueblo de Dios. Pueden tranquilamente los lobos hacer matanza en el rebaño de ovejas. Durante muchos años. Y con gran prestigio.
9/07/16 8:27 PM
enrique
Hay que ser Benigno Soto para hacer ese comentario a este documento de la CEE Estoy contigo en tu pensamiento. Lo malo, no son esos " vanguardistas" del Mensaje evangélico y su interpretación, sino los seguidores, que están apuntados no pocos curas, que asumen y defienden a estos tales y que luego nos lo sueltan en sus homilías. No hago ningún comentario porque me entero ahora de dicho escrito al leerlo en la información que me suministra INFOCATÖLICA.
Bien venido sea y por supuesto lo leeré y me lo aplicaré. enrique.
9/07/16 10:34 PM
Manuel Ponce
Soto, muy claro tu comentario, pero ayudará, no hay que ser pesimistones...
Peor es no hacer nada.
9/07/16 10:41 PM
JUAN
HACE MUCHOS MESES, LES MANDE UN CORREO MASIVO, A TODOS LOS ARZOBISPADOS Y OBISPADOS DE ESPAÑA PARA QUE ¡¡¡ GRITARAN A CRISTO ¡¡¡, o lo que es lo mismo, que dieran testimonio de CRISTO Y SU CRUZ. Aqui estan los resultados, yo no tengo merito ninguno, es merito exclusivo de DIOS. Nosotros, sus criaturas, somos simples instrumentos de su palabra, y aún cuando no seamos sacerdotes o religiosos, somo evangelizadores como ellos. ALABADO SEA DIOS ¡¡¡
9/07/16 11:05 PM
Horacio
"Yo me soy don Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como". Si no les convence don Adolfo, a los ateos, incrédulos y herejes, la cosa pinta mal, muy mal. Hay demasiado relativismo ¡Hasta en lo dogmático! Que Dios nos pille confesados!
10/07/16 12:17 AM
Damián
Otro documento que nos obsequia la CEE. La Iglesia en España arde por los cuatro costados. Eso sí ... ¡¡documentos que no falten!! Da igual que sea propsitivo,impositivo o supositivo. Nadie lo va a leer.
10/07/16 12:25 AM
josep
creo en Jesucristo tal y como lo predica la Iglesia Católica.
10/07/16 1:35 AM
Marcos
Con el mayor de los respetos por todas las formas de pensar, es necesario hoy en día para todos los católicos, centrarse en el núcleo del problema, tanto desde el punto de vista doctrinal como desde el punto de vista práctico. Se hace necesario una profunda y sincera reflexión.
He estado observando desde hace largo tiempo que aquellos católicos que reniegan del camino de modernización que ha tomado la iglesia desde el Concilio Vaticano II hasta nuestros días se remiten permanentemente como fuente de derecho a todos los documentos elaborados por la iglesia y sus jerarquías a través de su historia, y es de esta manera que consideran que el antiguo rito y sus consecuencias doctrinales tienen una autoridad fundamental por sus formas y como consecuencias se afanan en demostrar a través de documentos su propia razón en este aspecto.-
Lamentablemente podemos discutir días enteros de doctrina y cada uno de nosotros va a encontrar sus propios puntos fuertes en los que apoyarse para demostrar su verdad, lamentablemente así no vamos a llegar a ninguna solución para resolver nuestro verdadero problema, nuestra verdadera tragedia, tragedia que ya no sólo cae sobre los católicos sino sobre todos los cristianos, tragedia que consiste en la invasiva sequedad espiritual del mundo occidental.
Seamos contemplativos, tengamos paciencia, creo que lo que está llevando a cabo la Santa Iglesia Católica es una lucha desesperada por evitar un daño total, los caminos no son fáciles y muchas veces
11/07/16 8:28 PM
Guillermo
¡Pobre Pueblo de Dios en España! Sus pastores están ciegos, tienen miedo y están instalados en la confusión y la desorientación. No saben qué hacer, no tienen claras sus funciones y responsabilidades y además padecen de una aguda ignorancia respecto al mundo que les rodea -la España del XXI-, motivo por el cual jamás aciertan con la respuesta a dar.

Que como mínimo, tengan la delicadeza de no imprimir esta pastoral, que la pasen como archivo adjunto o en memorias USB o en CDs por favor. Más valen los árboles de los sacan el papel, que este nuevo ejercicio de distracción intelectual de sus excelencias.
12/07/16 8:00 AM

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