Papa Francisco: «Ignorar el sufrimiento del hombre es ignorar a Dios»
El buen samaritano

Catequesis sobre la parábola del buen samaritano

Papa Francisco: «Ignorar el sufrimiento del hombre es ignorar a Dios»

La parábola del buen samaritano ha sido el centro de la catequesis del papa Francisco en la última audiencia general de este mes de abril. El Santo Padre ha asegurado que ignorar el sufrimiento del prójimo es ignorar a Dios.

(Radio Vaticano) Texto de la catequesis del papa Francisco:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy reflexionamos sobre la parábola del buen samaritano (Cfr. Lc 10,25-37). Un doctor de la Ley pone a prueba a Jesús con esta pregunta: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?» (v. 25). Jesús le pide dar a él mismo la respuesta, y él lo da perfectamente: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo» (v. 27). Jesús entonces concluye: «obra así y alcanzarás la vida» (v. 28).

Entonces aquel hombre hace otra pregunta, que se hace muy preciosa para nosotros: «¿Y quién es mi prójimo?» (v. 29), y presupone: «¿mis parientes? ¿mis connacionales? ¿Aquellos de mi misma religión?...». En fin, quiere una regla clara que le permita clasificar a los demás en «prójimo» y «no prójimo», en aquellos que pueden convertirse en prójimos y en aquellos que no pueden hacerse prójimos.

Y Jesús responde con una parábola, que pone en escena a un sacerdote, un levita y un samaritano. Los dos primeros son figuras relacionadas con el culto del templo; el tercero es un judío cismático, considerado como un extranjero, pagano e impuro, es decir el samaritano. En el camino de Jerusalén a Jericó el sacerdote y el levita se encuentran con un hombre moribundo, que los ladrones han asaltado, robado y abandonado. La Ley del Señor en situaciones símiles preveía la obligación de socorrerlo, pero ambos pasan de largo sin detenerse. Tenían prisa. El sacerdote, tal vez, ha mirado el reloj y ha dicho: «pero, llegare tarde a la Misa… Debo decir la Misa». Y el otro ha dicho: «pero, no sé si la Ley me lo permite, porque hay sangre ahí y quedare impuro…». Van por otro camino y no se acercan. Y aquí la parábola nos ofrece una primera enseñanza: no es automático que quien frecuenta la casa de Dios y conoce su misericordia sepa amar al prójimo. ¡No es automático! Tú puedes conocer toda la Biblia, tú puedes conocer todas las normas litúrgicas, tú puedes conocer toda la teología, pero del conocer no es automático el amar: el amar tiene otro camino, el amor tiene otro camino. Con inteligencia, pero con algo más… El sacerdote y el levita ven, pero ignoran; miran, pero no proveen. Ni siquiera existe un verdadero culto si ello no se traduce en servicio al prójimo. No lo olvidemos jamás: ante el sufrimiento de tanta gente agotada por el hambre, por la violencia y la injusticia, no podemos permanecer como espectadores. ¡Ignorar el sufrimiento del hombre, ¿qué cosa significa? ¡Significa ignorar a Dios! Si yo no me acerco a aquel hombre, a aquella mujer, a aquel niño, a aquel anciano o aquella anciana que sufre, no me acerco a Dios.

Pero, vayamos al centro de la parábola: el samaritano, es decir, aquel despreciado, aquel sobre quien nadie habría apostado nada, y que de todos modos también él tenía sus deberes y sus cosas por hacer, cuando vio al hombre herido, no pasó de largo como los otros dos, que estaban relacionados con el Templo, sino «lo vio y se conmovió» (v.33). Así dice el Evangelio: «Tuvo compasión», es decir, ¡el corazón, las vísceras, se han conmovido! Esta ahí la diferencia. Los otros dos «vieron», pero sus corazones permanecieron cerrados, fríos. En cambio, el corazón del samaritano era sintonizado con el corazón de Dios. De hecho, la «compasión» es una característica esencial de la misericordia de Dios. Dios tiene compasión de nosotros. ¿Qué cosa quiere decir? Sufre con nosotros, nuestros sufrimientos Él lo siente. Compasión: «compartir con». El verbo indica que las vísceras se mueven y tiemblan a la vista del mal del hombre. Y en los gestos y en las acciones del buen samaritano reconocemos el actuar misericordioso de Dios en toda la historia de la salvación. Es la misma compasión con la cual el Señor viene a encontrar a cada uno de nosotros: Él no nos ignora, conoce nuestros dolores, sabe cuánta necesidad tenemos de ayuda y consolación. Esta cerca y no nos abandona jamás. Pero podemos, cada uno de nosotros, hacernos la pregunta y responder en el corazón: «¿Yo lo creo? ¿Yo creo que el Señor tiene compasión de mí, así como soy, pecador, con tantos problemas y tantas cosas?». Pensar en esto y la respuesta es: «¡Sí!». Pero, cada uno debe mirar en el corazón si tiene la fe en esta compasión de Dios, de Dios bueno que se acerca, nos cura, nos acaricia. Y si nosotros lo rechazamos, Él espera: ¡es paciente! Siempre junto a nosotros.

El samaritano se comporta con verdadera misericordia: venda las heridas de aquel hombre, lo lleva a un albergue, lo cuida personalmente, provee a su asistencia. Todo esto nos enseña que la compasión, el amor, no es un sentimiento vago, sino significa cuidar al otro hasta pagar personalmente. Significa comprometerse cumpliendo todos los pasos necesarios para «acercarse» al otro hasta identificarse con él: «amaras a tu prójimo como a ti mismo». Este es el mandamiento del Señor.

Concluida la parábola, Jesús devuelve la pregunta al doctor de la Ley y le pide: «¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?» (v. 36). La respuesta es finalmente inequivocable: «El que tuvo compasión de él» (v. 37). Al inicio de la parábola para el sacerdote y el levita el prójimo era el moribundo; al final el prójimo es el samaritano que se ha hecho cercano. Jesús cambia la prospectiva: no clasificar a los demás para ver quién es el prójimo y quién no lo es. Tú puedes hacerte prójimo de quien se encuentra en la necesidad, y lo serás si en tu corazón tienes compasión, es decir, tienes esa capacidad de sufrir con el otro.

¡Esta parábola es un estupendo regalo para todos nosotros, y también un compromiso! A cada uno de nosotros Jesús repite lo que le dijo al doctor de la Ley: «Ve, y procede tú de la misma manera» (v. 37). Estamos todos llamados a recorrer el mismo camino del buen samaritano, que es la figura de Cristo: Jesús se inclinó hacia nosotros, se ha hecho nuestro siervo, y así nos ha salvado, para que también nosotros podamos amarnos como Él nos ha amado, del mismo modo. ¡Gracias!

 

13 comentarios

Raúl de Argentina
Yo SUFRO por la ambigüedad, por sentirme desamparado, por sentirme insultado por decir lo mismo que un Papa Santo, porque la Eucaristía sea considerada un problema "menor", por los alcahuetes que tratan de basura al que corrige fraternalmente, por los que son escandalizados, por la Iglesia, ... por TANTAS COSAS.
27/04/16 6:12 PM
Juan Carlos Pérez
¡Señor por favor compadecete de tu Iglesia!
27/04/16 6:26 PM
Beatriz Mercedes Alonso (Córdoba - Argentina)
Papa Francisco: Me ha convencido.

"El sacerdote, tal vez, ha mirado el reloj y ha dicho: «pero, llegare tarde a la Misa… Debo decir la Misa»".
NO PIERDO MÁS EL TIEMPO EN MISA.

"Y aquí la parábola nos ofrece una primera enseñanza: no es automático que quien frecuenta la casa de Dios y conoce su misericordia sepa amar al prójimo. ¡No es automático! Tú puedes conocer toda la Biblia, tú puedes conocer todas las normas litúrgicas, tú puedes conocer toda la teología, pero del conocer no es automático el amar: el amar tiene otro camino, el amor tiene otro camino. Con inteligencia, pero con algo más…".
NO SE HAGA PROBLEMA. NO VOY MÁS A LA IGLESIA, NO LEO MÁS LA BIBLIA, NO LEO MÁS NINGÚN LIBRO DE TEOLOGÍA, NI CONCURRO MÁS A MISA. Quedo a la espera del "pero con algo más…".

"el tercero es un judío cismático, considerado como un extranjero, pagano e impuro, es decir el samaritano."
ME HAGO LUTERANA.

El único problema es que se olvidó de un pequeño detalle: El mandamiento dice: "«AMARÁS AL SEÑOR, TU DIOS, CON TODO TU CORAZÓN, CON TODA TU ALMA, CON TODAS TUS FUERZAS Y CON TODO TU ESPÍRITU, y a tu prójimo como a ti mismo».
Y la segunda parte del mandato divino NO LA PUEDO REALIZAR SI NO CUMPLO CON LA PRIMERA.

Rezo todos los días por Ud.
27/04/16 7:26 PM
juan
Cuanta gente pelotuda que comenta acá, por favor!!!
27/04/16 9:19 PM
Juan Carlos Pérez
Juan:pero si los comentaristas somos capaces de hacer enojar a un auténtico pelotudo que viene solo a insultarnos pues mision cumplida.
28/04/16 12:12 AM
Pararrollos
Tiene usted razón Santo Padre. Ya lo creo, el dolor humano no es ajeno. Pero, ignorar el sufrimiento de Dios con la blasfemia, la herejía, el sacrilegio... ¿qué es?
28/04/16 1:42 AM
Alfredo
Ay Beatriz, como puedes hacer esa interpretación tan torticera...
28/04/16 4:10 AM
Gregory
La pregunta es "¿Quien es mi prójimo? a esa pregunta le Señor responde con una parábola El buen Samaritano al final quien fue prójimo el que tuvo compasión ve y has lo mismo. El Señor nos cuestiona de frente el papa solo se hace eco de esta Palabras del Señor que no son suyas sino de El. La pregunta es ¿somos compasivos? es una buena pregunta no siempre se entiende la compasión es vista como debilidad por algunos como calculo con pretensiones, solo Dios sabe y me conoce y confió en Él. Pero no podemos dejar se projimos del prójimo.
28/04/16 4:24 AM
clara
Impecable la homilía del Papa. Una cosa es hablar y saber de Dios, y otra hacer vida propia ese conocimiento, dejar a Dios entrar en el corazón de uno.
En cuanto al prójimo, si no nos compadecemos del que tenemos a nuestro lado, resulta impostado hablar del que sufre a miles de kilómetros de distancia.
28/04/16 8:35 AM
Acs
No está reñido el amor al prójimo con la formación bíblica,teológica o litúrgica, más bien al contrario.

Con amor las ovejas de fuera se acercan.Sin formación las ovejas de dentro se van.

Estoy de acuerdo con el papa hoy,siempre que no se interprete restándole importancia a la formación y a la liturgia.
28/04/16 8:47 AM
Gonzalo
"Con amor las ovejas de fuera se acercan. Sin formación las ovejas de dentro se van."

Magnífico comentario, gracias. Me parece clarísimo que Francisco ha hablado muy bien, perfectamente en sintonía con la parábola original de Jesús. No dice en ningún momento que la formación o la oración no sean necesarias, sino que no son suficientes.
28/04/16 8:25 PM
Martina
La parábola es muy clara y didáctica, siempre la hemos entendido así porque siempre nos la han explicado así. Y así es, punto.

Esperemos que Kasper y Cía. no nos salgan ahora con que tenemos que ver toda la casuística de por qué el sacerdote y el levita actuaron de esa manera, para acogerlos como buena gente y que no se sientan mal por no hacerles partícipes junto con el samaritano de la aceptación de todos nosotros, que no somos quien para juzgar etc...Y en fin que ya la liamos también con esto. Porque claro dependerá de cómo lo vean los sacerdotes y levitas de las distintas diócesis y tal y tal ...
Es una guasa malvada no me hagáis caso por favor, mañana me confesaré, aunque el Señor sabe que solo es un pequeño rebote y ya se me pasará con la oración de esta noche.
28/04/16 9:25 PM
MARIA JOSÉ MARCILLA BALAGUER
VER a los que sufren es tener la mirada de Jesus. Todas sus parábolas son la advertencia para ver al otro y darnos cuenta de la profundidad del acontecimiento que tenemos delante o en el que nos encontramos. En la parábola del samaritano Jesús nos dice que hemos de estar preparados para la misericordia porque no sabemos en que momento es conveniente aplicarla y ser capaces de aplicarla aunque parezca que perdemos el tiempo.
Gracias Papa Francisco. Refrescarnos las parabolas es bueno
28/04/16 10:32 PM

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