Mi futuro está en manos de Dios

«Es una bendición muy grande para una familia entregar un hijo o una hija a Dios»

Sor Ana Flor Nthambi Mutisya tiene 25 años y desde septiembre de 2011 está como novicia en el monasterio de la Inmaculada Concepción de Montilla (Córdoba). A pesar de su juventud, Ana Flor siempre ha tenido claro que su vocación era la de consagrar su vida a Dios.

(SIC) El haber nacido en el seno de una familia cristiana, formar parte de los grupos de oración de su colegio y vivir de primera mano la vocación religiosa de una tía, hicieron que esta novicia decidiera consagrarse y unirse a la familia de Santa Beatriz de Silva.

¿Qué pasó en su vida para que se consagrara a Dios?

Nada extraordinario. Todo fue simplemente a través de mi forma de vivir en el día a día. Crecí en una familia cristiana que sin duda alguna fue un factor determinante en mi vocación. También participaba en los grupos de oración en el colegio donde estuve dando clases y en la parroquia. Esto me ayudó a crecer espiritualmente. Además, me llamaba mucho la atención la forma de vida de mi tía religiosa. Por otra parte, mi madre en su momento quiso ser religiosa pero por designios de Dios, su deseo se ha realizado en mí. Todo esto me fue empujando a consagrar mi vida a Dios.

¿Qué es lo que hace en este tiempo de formación?

Lo primero que hice fue aprender la lengua española que ya por sí no es una tarea fácil. Y lógicamente, tras tener un conocimiento aceptable del idioma, comencé el discernimiento vocacional. Fui cultivando la propia vocación en el día a día a través del estudio de los siguientes temas: Regla y Constituciones, virtudes propias de la Orden y de la vida común, ascética y mística, formación del carácter, unión con Dios y oración, espíritu mariano, carisma, votos religiosos, espíritu apostólico, la Sagrada Escritura, Historia de la Iglesia, Liturgia, psicología y música. La vida fraterna en comunidad también es una buena herramienta para el conocimiento de la nueva familia que el Señor me ha regalado… Todo esto vivido dentro de una vida comunitaria donde el rezo de la Liturgia de las Horas, la celebración de la Eucaristía, la oración, ocupan un lugar muy importante. Y por supuesto ayudo en los trabajos de comunidad cuando mi horario de clases me lo permite.

¿Cómo se tomó su entorno –familia y amigos– su opción vocacional?

Mi familia con muchísima alegría aceptaron mi decisión de ser monja. En la cultura africana, es una bendición muy grande para la familia entregar un hijo o una hija a Dios. Y los amigos… pues hubo de todo como es normal pero yo siempre tenía muy claro que cada uno es libre para elegir la vida que quiere vivir. Por eso, a pesar de las dudas que surgían, Jesús a través de muy buenas amigas, me mostraba que había elegido la mejor parte, como María de Betania.

¿Cómo piensa que será su vida como consagrada?

Mi futuro está en manos de Dios y en Él he puesto toda mi confianza, muy especialmente en este tiempo en que estoy a punto de emitir la profesión temporal, sólo pienso y deseo consagrarle a Él toda mi vida.

¿Qué es lo que más le atrajo de la vida de su fundadora?

La paciente espera de Santa Beatriz. No pudo fundar su Orden hasta después de 30 años de espera. Fue capaz de esperar la hora de Dios que nunca falla y ciertamente no le falló, porque aquí estamos dando vida y continuidad a su obra.

¿Qué le diría a un joven que se está planteando una posible vocación?

Le diría como el salmista: Si escucha la voz del Señor, no endurezca el corazón; que mire hacia adelante y confíe en Él.

Lo más bonito de ser consagrada es…

El silencio que me ayuda cada día a saborear la presencia de Dios.

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