Detener la masacre

El obispo de Bilbao anima a «poner lo mejor de nosotros» para conseguir la paz y una «sociedad reconciliada»

En la homilía con motivo de la Asunción de María el pasado viernes, que ha pronunciado en la Basílica de Begoña, ha denunciado, además, la «inaceptable» muerte de civiles en los conflictos de Oriente Medio, Ucrania, Siria y otros «tantos lugares», y ha tenido un recuerdo para los cristianos «masacrados» en Irak.

(ACI/InfoCatólica) El Obispo de Bilbao (España), Mons. Mario Iceta, ha animado a «poner lo mejor de nosotros mismos» para «superar juntos» situaciones como la consecución de una convivencia en paz y «una sociedad reconciliada», la pobreza o el desempleo.

En esta jornada, en la que tradicionalmente los vizcaínos se acercan a la basílica «desde todos los rincones de Bizkaia», Mons. Iceta ha recordado al anterior alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna, fallecido este año, y que, según ha destacado, «aguardaba con tanta ilusión esta fiesta y la celebraba lleno de alegría».

El Obispo de Bilbao ha subrayado que, «en nuestra casa y en nuestra sociedad, se nos presentan situaciones que debemos superar juntos», entre los que ha citado «la falta de trabajo, el drama de familias desunidas, la pobreza, las personas sin hogar, los enfermos, los que viven lejos de sus hogares, la consecución de una convivencia en paz y de una sociedad reconciliada».

«Hemos de poner lo mejor de nosotros mismos al servicio de estas necesidades que hoy hieren a tantos hermanos y hermanas nuestros», ha insistido.

También ha dedicado la homilía a «los cristianos y a las minorías étnicas que están siendo perseguidas y masacradas en Irak». «Pedimos a la comunidad internacional que arbitre los mecanismos necesarios para detener esta masacre», ha indicado el obispo durante el oficio, cuya colecta está destinada precisamente a ayudarles.

Del mismo modo, ha reclamado «la paz en Oriente Medio y el cese de toda violencia» y ha subrayado que es «inaceptable la muerte de civiles e inocentes», muchos de ellos mujeres y niños.

El Obispo ha hecho extensiva su petición a Ucrania, a Siria y a «tantos lugares donde se violenta la dignidad humana» y ha recordado la labor de los misioneros que «calladamente siguen entregando sus vidas a los desheredados de la tierra»


Homilía Asunción de María a los cielos 2014

Desde todos los rincones de Bizkaia nos acercamos a esta basílica para estar junto a María en la fiesta de su Asunción a los cielos. Ella ha completado su recorrido en la tierra y ha sido sentada y coronada junto a su Hijo. Esta fiesta nos descubre cuál es el fin de la historia, qué nos aguarda al final de nuestra vida. Nos espera el amor de Dios, el vivir para siempre en su casa, en compañía de María, los santos y los seres queridos que hemos amado. El final de la historia no es la aniquilación sino el abrazo de Dios.

Por eso, hoy recordamos con agradecimiento a quienes nos han acompañado en nuestro caminar y han partido ya a la casa del Padre. Quisiera hacer memoria de nuestro querido alcalde Iñaki Azkuna que aguardaba con tanta ilusión esta fiesta y la celebraba lleno de alegría. Desde la casa del Padre se une a nosotros en este día de júbilo. Gracias Iñaki. Junto a él quisiera presentar hoy ante Dios a todos vuestros familiares y amigos, también a aquellos de los que nadie se acuerda. Acógelos, Madre, en tu regazo y preséntalos ante tu Hijo. Ellos nos aguardan y ayudan para que también nosotros lleguemos a ese puerto seguro, a compartir con ellos, con Dios y con María le vida eterna que Cristo nos ha conseguido con su muerte y resurrección.

María es Madre de Dios y Madre nuestra. En Cristo y en Ella todos nosotros somos hermanos. Y es propio de los hermanos compartir las alegrías y los sufrimientos, poner en común lo que somos y tenemos. En nuestra casa y en nuestra sociedad se nos presentan situaciones que debemos superar juntos: la falta de trabajo, el drama de familias desunidas, la pobreza, las personas sin hogar, los enfermos, los que viven lejos de sus hogares, la consecución de una convivencia en paz y de una sociedad reconciliada. Hemos de poner lo mejor de nosotros mismos al servicio de estas necesidades que hoy hieren a tantos hermanos y hermanas nuestros.

Pero hoy, quisiera extender nuestra mirada y nuestro corazón a tantos hermanos que sufren lejos de nuestra tierra. Quisiera en primer lugar abrazar a los cristianos y a las minorías étnicas que están siendo perseguidas y masacradas en Irak. Ellos son testimonio de la Iglesia martirial contemporánea. A causa de su fe, son vejados, martirizados, violentados, vendidos como esclavos, asesinados, expulsados de su tierra. La colecta de esta Eucaristía irá destinada a ayudarles. Queremos compartir su sufrimiento y sus necesidades. Les ofrecemos nuestra oración, nuestro recuerdo y nuestra ayuda material y pedimos a la comunidad internacional que arbitre los mecanismos necesarios para detener esta masacre. Así mismo, pedimos la paz en Oriente Medio y el cese de toda violencia. Es inaceptable la muerte de civiles e inocentes, muchos de ellos mujeres y niños. Debemos una vez más recordar que en las guerras perdemos todos, particularmente los más indefensos. Extendemos la mirada a Ucrania, a Siria y a tantos lugares donde se violenta la dignidad humana, la santidad de Dios que se refleja en el rostro humano, de modo particular de los más pobres y débiles.

También queremos acompañar al Santo Padre Francisco en su viaje a Corea como mensajero de paz, esperanza y fraternidad. El cristiano ha sido constituido en discípulo del Señor y testigo de su entrega amorosa. Traemos a la memoria a tantos misioneros y misioneras, muchos de nuestra tierra, que calladamente siguen entregando sus vidas a los desheredados de la tierra obrando el amor de Dios que no se olvida del clamor de los pobres. Los testimonios que estos días estamos contemplando de esta entrega, con el ejemplo de los hermanos de San Juan de Dios en Monrovia (ayudados desde el hospital que tiene la Orden en Santurtzi, con la colaboración de tantas personas de Bizkaia), o los misioneros y misioneras en el Congo a quienes recientemente he tenido la dicha de visitar, son ejemplo viviente de una Iglesia misionera y samaritana.

Hoy los hijos e hijas de Bizkaia acudimos a esta casa de nuestra Madre. La felicitamos en su asunción al cielo. Pedimos su ayuda e intercesión por tantas necesidades que traemos en nuestro corazón. Y le rogamos que nos ayude a ser discípulos y misioneros. Así como Ella nos entrega a Jesús desde su regazo, que con Él seamos capaces de ser testigos de su amor ante toda necesidad humana. Que no pasemos de largo, sino que a ejemplo del Buen Samaritano nos inclinemos sobre toda persona que sufre, la carguemos sobre nuestros hombros y la llevemos a la posada del amor y de la salvación.

Mario Iceta Gabicagogeascoa

Obispo de Bilbao

 

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