Primera novela de Natalia Sanmartín Fenollera

«El despertar de la señorita Prim»

Natalia Sanmartín Fenollera, periodista gallega y jefa de opinión del diario económico Cinco Días, publicó el año pasado su primera novela, con gran éxito. «El despertar de la señorita Prim» (Ed. Planeta) relata la llegada de Prudencia Prim al pequeño pueblo de San Ireneo de Arnois, como bibliotecaria. De desconcierto en desconcierto, la señorita Prim descubre que lo tradicional puede ser profundamente revolucionario. En esta entrevista para InfoCatólica, la autora nos habla de varios temas presentes en el libro, como la caballerosidad, los libros, Europa, lo pequeño, la educación de los niños o un feminismo muy especial.

(Bruno Moreno/InfoCatólica–Creo que El despertar de la señorita Prim se ha traducido ya al alemán, al inglés, al francés, al italiano e incluso al polaco. ¿Le ha sorprendido este éxito para una primera novela?

Mucho, absolutamente. Para mí que el libro se hubiese publicado en España con Planeta habría sido ya una oportunidad maravillosa, pero todo lo que ocurrió fuera –la pequeña revolución que se generó en la feria de Frankfurt y el hecho de que el libro salga a la venta en más de 70 países era imposible de imaginar, por supuesto. Lo que ha pasado es una enorme sorpresa y una gran satisfacción.

En una entrevista en La Vanguardia, señaló que «hay demasiada literatura femenina encerrada en sí misma». ¿Qué quiso decir con eso?

Lo que quise decir es que en el siglo XX, yo diría que especialmente a partir de la primera guerra mundial, la literatura femenina ha dejado de mirar el mundo para centrarse en sí misma, para girar la mirada en torno a la exploración de lo femenino. Las editoriales aseguran que la novela hoy en día es leída mayoritariamente por mujeres, y si se trata de literatura escrita por mujeres, ese fenómeno se intensifica. Eso en parte tiene que ver con esa especie de endogamia, de girar la mirada hacia la psique femenina, en lugar de emplear la inteligencia femenina para narrar lo universal. En el siglo XIX, por ejemplo, la literatura escrita por mujeres era leída por hombres con la misma pasión e interés que por mujeres. Creo que ese cambio de enfoque ha supuesto un empobrecimiento. El mundo exterior es muy amplio y necesita ser narrado por hombres y mujeres, que aportan visiones distintas, pero complementarias.

Uno de los personajes principales del libro es descrito varias veces como un auténtico «caballero». ¿No le da vergüenza usar esos términos anacrónico-cavernarios?

Jajaja… No sólo no me da vergüenza, sino que disfruto enormemente de los destellos de caballerosidad que todavía existen en este mundo ferozmente anticortés. Por supuesto, el concepto de caballero va mucho más allá de la clase social o incluso de los modales. Yo creo que la mejor definición de caballero que conozco la dio Newman en un texto memorable, que comienza más o menos así: un caballero es aquel que nunca hace daño al otro de forma deliberada. Esa delicadeza, que diría la señorita Prim, delicadeza y nobleza de alma, no necesariamente de sangre, es lo que yo entiendo por caballerosidad.

Ha compaginado escribir esta novela con su trabajo de periodista de temas económicos. Evidentemente, son dos registros muy diferentes. ¿Ha sido difícil pasar de uno a otro?

Jajaja…bueno, podríamos decirlo al revés. ¿Ha sido muy difícil volver del otro al primero? Creo que nos hemos acostumbrado a definir a las personas por su actividad profesional, por sus títulos académicos, y eso en el fondo es tremendamente reduccionista. A mí me gusta mucho mi trabajo, creo que es apasionante, pero es un trabajo, no una vida. La señorita Prim sale de la parte de mí, de mis intereses y de mi personalidad, que seguirá existiendo el día en que mi trabajo se acabe. Y en ese sentido, no ha sido difícil, incluso puede que haya sido un bálsamo frente a estos dos últimos años de periodismo económico tan áspero y difícil.

La acción transcurre en un pueblo imaginario, San Ireneo de Arnois. ¿Hay lugares así en la realidad o los ha habido en algún momento?

Un pequeño pueblo en el que todo el mundo sea brillante, culto e ingenioso y en el que los niños reciten las églogas de Virgilio es difícil que exista. Por eso suelo decir que el despertar de la señorita Prim es un cuento, un cuento que habla de cosas reales, pero no un cuento realista. El pueblecito ha salido de mi imaginación, pero no significa que sea una utopía. San Ireneo de Arnois ya está inventado, es Europa, está en el ADN de Europa, una Europa que se construyó a partir de pequeñas comunidades con una economía a pequeña escala, articuladas en torno a un pulmón espiritual –que en el libro es un monasterio benedictino tradicionalista, con familias sólidas, viejas tradiciones y una vida articulada en torno a un orden, con un tiempo para cada cosa. Está en nuestras raíces, no hace falta inventarlo.

Se resalta a menudo que San Ireneo es un lugar pequeño, en el que los habitantes se refugian del ruido de la vida moderna y de la gran ciudad. ¿Cree que lo pequeño es hermoso, como pensaban el economista Schumacher o el staretz Ambrosio?

Sí, lo creo, absolutamente. Creo que lo pequeño es la escala natural de la vida humana, es la escala real de lo humano. Y me parece que haber perdido de vista eso, haber perdido esa escala, explica muchos de los problemas y disfunciones que padece el hombre moderno. La obra de Schumacher, que es un libro de economía con un título absolutamente poético, bebe entre otras fuentes del distributismo que defendieron Chesterton y Belloc, que impregna toda la novela. San Ireneo de Arnois es un pueblecito distributista, con una economía familiar y artesanal, de intercambio de bienes y servicios. La anécdota del Ambrosio de Optina que narro en el libro es real; Dostoievsky se inspiró en él para crear al staretz Zosimo de Los Hermanos Karamazov. Yo creo en esa vieja idea; creo que la vida real transcurre a pequeña escala. Lo verdaderamente importante no ocurre bajo los focos ni con fuegos artificiales, ni siquiera sale en las primeras páginas de los periódicos. El acontecimiento más grande de la historia humana sucedió en una pequeña cueva y solo un puñado de seres humanos tuvieron el privilegio de contemplarlo.

Uno de los puntos fundamentales que se tratan en El despertar de la señorita Prim es la educación que reciben los niños del pueblecito y que ya querrían para sí la mayoría de nuestros universitarios. ¿Diría que la educación actual es uno de los grandes fracasos de nuestra época?

Me parece que es algo evidente, hasta el punto de que es muy difícil encontrar a una familia que esté verdaderamente satisfecha de la educación que reciben sus hijos. Pero no es un problema de hoy o de ayer o de los últimos 30 años; ni siquiera es un problema de España en particular. Creo que haber cedido la tutela de la educación, el marco educativo, a los poderes públicos para que estos definan los programas de las escuelas ha encorsetado, estandarizado y empobrecido profundamente la transmisión del saber. Muchos lectores se asombran de que los niños de la novela sepan recitar unos versos en latín, pero si uno repasa la historia contemporánea descubre que no hace tanto tiempo los niños aprendían lenguas muertas y componían y recitaban con métrica clásica.

Bernard Shaw solía decir con mucho humor que su educación terminó a los siete años, cuando sus padres decidieron enviarle a la escuela. Creo que es un tema muy complejo, pero lo cierto es que los sistemas educativos actuales son tremendamente inflexibles y están fundamentalmente orientados a la tecnología. Nos hemos olvidado de que la educación es una de las tareas más nobles e importantes que existen y que es el hogar el lugar natural para empezar a cultivar y transmitir la cultura entendida en sentido amplio. Una cultura que incluye los juegos infantiles, los cuentos de hadas y las leyendas, no únicamente las grandes obras.

En San Ireneo, hay un grupo de feministas bastante peculiar. ¿Cree que el feminismo actual ha perdido el rumbo?

Creo que el feminismo es una ideología y como todas las ideologías tiene un talón de Aquiles que consiste en que prescinde de lo real, es una construcción intelectual sobre cómo deberían ser las cosas. Pero las cosas son como son y las personas tienen unas necesidades y problemas reales que raramente encajan en las construcciones intelectuales. Por eso el feminismo, como muchas otras ideologías, falla sobre el terreno. Se puede teorizar sobre muchas cosas, pero el ser humano, la vida humana, las necesidades humanas, no es una de ellas

En el libro se hace referencia al distributismo, la escolástica, la patrística, Fra Angelico, Rublev, las novelas decimonónicas inglesas, Newman, Palestrina, los clásicos latinos y griegos, el monacato occidental y oriental y un largo etcétera. ¿Custodia de alguna forma el pueblo de San Ireneo el alma de Europa?

San Ireneo de Arnois ha declarado la guerra al mundo moderno y busca recuperar no solo lo esencial, entendido como lo simple, sino también la tradición, concretamente la tradición europea y occidental. Hoy en día, en la era del conocimiento y la información, hay muchísima gente que desconoce absolutamente el inmenso caudal de sabiduría, de pensamiento, de arte y de espiritualidad sobre el que está construida Europa. Y eso es una tragedia, porque ese arsenal está aquí, al alcance de cualquiera, y no es un saber muerto o inútil, sino una especie de mapa para interpretar y entender la realidad.

Uno de los personajes de El despertar de la señorita Prim afirma que «la mayoría de las mujeres no tienen conversación», pero usted ha llenado su libro de conversaciones interesantes y también de mujeres. ¿En la época de la telebasura puede tener éxito un libro así?

Aunque se trate de una minoría respecto al total, hay bastante gente, cada vez más gente, que está comenzando a cerrar la puerta de su casa no sólo a la telebasura, sino en general a la presencia constante de la televisión. Es un fenómeno interesante, que exige mucho esfuerzo, pero que tiene resultados sorprendentes. No se trata de demonizar la tecnología, pero sí de dosificarla y de descubrir lo rico que resulta recuperar el silencio y la posibilidad de focalizar la atención en lo que uno hace. Leer o escribir en silencio; escuchar música sin consultar al mismo tiempo el ordenador; hablar sin el sonido de fondo de la televisión. No son grandes guerras, son pequeñas batallas. Pero ya hemos dicho que importante ocurre siempre en lo pequeño.

En una ocasión, describió su libro como una «novela luminosa». ¿Se vende con algún tipo de bombilla incorporada?

Jajaja…. No se me ocurriría hacer eso a los lectores, no mientras la energía siga siendo un bien tan caro. La luminosidad de la que habla la señorita Prim está fuera de tarifas y de mercado.

 

11 comentarios

Maite
Estupenda novela.Un disfrute total al leerla y al rememorarla. Culta, legante, profunda y simpática. Despues de leer esta entrevista, todavía me gusta más.
¡Me gustaría vivir en San Irineo¡ Ojalá se anime a escribir más novelas de este calibre.
29/04/14 8:37 AM
Luis I. Amorós
"El despertar de la señorita Prim" es el relato más genuinamente cristiano que he tenido el placer de leer en muchísimo tiempo. La trama engancha absolutamente en tonro a esa relación entre el hombre del sillón y la señorita Prim, y sus colosales diálogos. Además está bien escrito, y los personajes, aunque no es una novela de personajes, son francamente interesantes.

La recomiendo encarecidamente. Creo que a esta autora debemos ayudarla en lo posible para que siga escribiéndonos sobre los lugares simbólicos donde reside el alma actualmente moribunda de nuestra civilización.
29/04/14 10:00 AM
Luis I. Amorós
Por cierto, felicidades a Bruno por la entrevista.
29/04/14 11:15 AM
Haddock.
Un libro delicioso y una autora deliciosa.
Como dice Luis I. Amorós es un relato genuinamente cristiano PERO en el que no se habla ni una sola vez de Cristo ni de la Iglesia, aunque sus verdades se exponen continuamente.Y esto está muy bien ( como primer paso ) para atraer alejados y perdidos que si se les nombrase " la bicha " arrojarían el libro a una esquina.
Ella dijo que quería hacer con su libro una defensa de la realidad ( Tomista ) y los de Planeta lo publicitan como " una alabanza a las pequeñas cosas de la vida "
No sé si han sido muy torpes o muy inteligentes.
29/04/14 3:24 PM
Beatriz
"un caballero es aquel que nunca hace daño al otro de forma deliberada. Esa delicadeza, que diría la señorita Prim, delicadeza y nobleza de alma, no necesariamente de sangre, es lo que yo entiendo por caballerosidad"
---
Exactamente, eso es un caballero y lamentablemente hoy escasean. Excelente entrevista y felicitaciones a la autora. Dios ha creado al hombre y a la mujer diferentes para que se complementen. Las mujeres vemos el mundo y sus problemas de manera distinta al hombre. El cerebro del hombre observa el todo, el cerebro de la mujer observa el detalle. Un ejemplo: mi hermano me decía que le enviaba un correo a nuestra hermana y no entendía por qué le rebotaba y me preguntaba si había cambiado de correo. Yo observé el detalle: le faltaba la inicial de nuestro segundo apellido. Por más que él lo miraba no se daba cuenta del error.
29/04/14 3:32 PM
Pedro F. Barbadillo
Deseo mucho éxito a Natalia Sanmartín, con su novela.
29/04/14 6:19 PM
Sebastián
Beatriz, si escasean los caballeros, todavía escasean más las señoritas. Y es difícil que haya caballeros si no hay señoritas.

Por lo demás, estoy leyendo el libro y está francamente bien. Lo único que le echo en cara es que algunas situaciones no son demasiado realistas. Pero conviene recomendarlo a nuestros familiares y amigos.
29/04/14 6:52 PM
Araujo
"...hay demasiada literatura femenina encerrada en sí misma...Eso en parte tiene que ver con esa especie de endogamia, de girar la mirada hacia la psique femenina, en lugar de emplear la inteligencia femenina para narrar lo universal...En el siglo XIX, por ejemplo, la literatura escrita por mujeres era leída por hombres con la misma pasión e interés que por mujeres...el feminismo es una ideología y como todas las ideologías tiene un talón de Aquiles que consiste en que prescinde de lo real..."
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Por esto, quizás me anime a leerla.
29/04/14 8:40 PM
Francisco
Me gustó muchísimo la lectura de esa novela. La he vuelto a leer con más calma pues esconde muchas riquezas.
La aconsejo muchísimo. Se sale de lo común.
30/04/14 12:07 AM
Isabel P.
Es un libro que te cautiva desde el primer instante, que te invita a replantearte gran cantidad de cuestiones, que te deja con ganas de más y más, un lugar donde realmente te gustaría estar.
Enhorabuena!!!
30/04/14 4:31 AM
Alejandra T.
Leí el libro porque me lo prestó una amiga y me encantó.
En él encontré el sentido de muchos valores que se van perdiendo en nuestra sociedad pero que tienen todavía vigencia en muchas personas. Es descubrir que lo clásico hace un tipo de hombre que dan ganas de respetar y que invitan a creer en un mundo mejor y un modo de vida más acorde con la dignidad humana.
Lamentablemente en mi país, Argentina, todavía no se consigue.
2/05/14 4:24 PM

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