Nueva entrevista

Papa Francisco: «El tema no es cambiar la doctrina sino que la pastoral tenga en cuenta las situaciones de cada persona»

En una entrevista concedida a Ferruccio de Bortoli, director del periódico italiano Corriere della Sera, que el diario argentino La Nación publica en forma simultánea y exclusiva, el papa Francisco habla de su primer año de pontificado. El Santo Padre habla de su relación con Benedicto XVI, su forma de gobernar la Iglesia, su mensaje pastoral, su rechazo a la «franciscomanía», los abusos sexuales, los pobres, la cuestión de los divorciados vueltos a casar, el papel de la mujer en la Iglesia, el control de la natalidad, etc.

(Corriere della Sera/La Nacion) Un año ha transcurrido desde aquel simple buona sera que conmovió al mundo. El lapso de doce meses tan intensos no alcanza para contener la gran masa de novedades y signos profundos de la innovación pastoral de Francisco.

Nos encontramos en un pequeño salón en Santa Marta. La única ventana da a un patio que abre un minúsculo ángulo de cielo azul. El Papa aparece de improviso por una puerta, con la cara distendida y sonriente. Se divierte con los varios grabadores que la ansiedad senil del periodista colocó sobre la mesa. «¿Funcionan todos? ¿Sí? Menos mal». ¿El balance de este año? No, los balances no le gustan. «Yo sólo hago balance cada 15 días, con mi confesor».

–Santo Padre, usted cada tanto llama por teléfono a los que le piden ayuda. Y algunas veces no le creen que sea usted?

Sí, ya me ha pasado. Cuando uno llama es porque tiene ganas de hablar, una pregunta que hacer, un consejo que pedir. Cuando era cura en Buenos Aires, era más fácil. Y a mí me quedó esa costumbre. Es un servicio. Me sale así. Pero es cierto que ahora no es tan fácil hacerlo, dada la cantidad de gente que me escribe.

¿Hay alguno de esos contactos que recuerde con particular afecto?

Una señora viuda de 80 años que había perdido a su hijo. Me escribió. Y ahora le pego una llamadita una vez por mes. Ella está feliz, y yo hago de cura. Me gusta.

Respecto de su relación con su predecesor, Benedicto XVI, ¿alguna vez le pidió un consejo?

Sí, el Papa emérito no es una estatua de museo. Es una institución, a la que no estábamos acostumbrados. Sesenta o setenta años atrás, la figura del obispo emérito no existía. Eso vino después del Concilio Vaticano II, y actualmente es una institución. Lo mismo tiene que pasar con el Papa emérito. Benedicto es el primero y tal vez haya otros. No lo sabemos. Él es discreto, humilde, no quiere molestar. Lo hablamos y juntos llegamos a la conclusión de que era mejor que viera gente, que saliera y participara de la vida de la Iglesia. Una vez vino hasta acá en ocasión de la bendición de la estatua de San Miguel Arcángel, después a un almuerzo en Santa Marta, y después de Navidad le devolví la invitación a participar del consistorio, y él aceptó. Su sabiduría es un don de Dios. Algunos hubiesen querido que se retirara a una abadía benedictina muy lejos del Vaticano. Y yo pensé en los abuelos, que con su sabiduría y sus consejos le dan fuerza a la familia y no merecen terminar en una casa de retiro.

A nosotros nos parece que su modo de gobernar la Iglesia es así: usted escucha a todos y después decide solo. Un poco como el padre general de los jesuitas. ¿El Papa es un hombre solo?

Sí y no, pero entiendo lo que me quiere decir. El Papa no está solo en su trabajo porque es acompañado por el consejo de muchos. Y sería un hombre solo si decidiese sin escuchar a nadie o fingiendo que escucha. Pero hay un momento, cuando se trata de decidir, de poner la firma, en el cual queda solo con su sentido de la responsabilidad.

Usted ha innovado, ha criticado algunas actitudes del clero, ha revolucionado la curia. Con algunas resistencias y algunas oposiciones. ¿La Iglesia ya cambió como usted quería hace un año?

Yo en marzo pasado no tenía ningún proyecto para cambiar la Iglesia. No me esperaba, por decirlo de alguna manera, esta transferencia de diócesis. Empecé a gobernar buscando poner en práctica todo lo que había surgido en el debate entre los cardenales de las diversas congregaciones. Y en mis acciones espero contar con la inspiración del Señor. Le doy un ejemplo. Se había hablado de la situación espiritual de las personas que trabajan en la curia, y entonces empezaron a hacer retiros espirituales. Había que darles más importancia a los ejercicios espirituales anuales: todos tienen derecho a pasar cinco días de silencio y meditación, mientras que antes en la curia se escuchaban tres rezos al día y después algunos seguían trabajando.

¿La ternura y la misericordia son la esencia de su mensaje pastoral?

Y del Evangelio. Son el corazón del Evangelio. De lo contrario, no se entiende a Jesucristo, ni la ternura del Padre, que lo envía a escucharnos, a curarnos, a salvarnos.

¿Pero ese mensaje fue comprendido? Usted dijo que la «franciscomanía» no duraría mucho. ¿Hay algo de su imagen pública que no le guste?

Me gusta estar entre la gente, junto a los que sufren, y andar por las parroquias. No me gustan las interpretaciones ideológicas, una cierta mitología del papa Francisco. Cuando se dice, por ejemplo, que salgo de noche del Vaticano para ir a darles de comer a los mendigos de Via Ottaviano... Jamás se me ocurriría. Sigmund Freud decía, si no me equivoco, que en toda idealización hay una agresión. Pintar al Papa como si fuese una especie de Superman, una especie de estrella, me resulta ofensivo. El Papa es un hombre que ríe, llora, duerme tranquilo y tiene amigos como todos. Es una persona normal.

¿Le molestó que lo acusaran de marxista , sobre todo en Estados Unidos, tras la publicación de «Evangelii Gaudium»?

Para nada. Nunca compartí la ideología marxista, porque es falsa, pero conocí a muchas personas buenas que profesaban el marxismo.

Los escándalos que perturbaron la vida de la Iglesia ya quedaron afortunadamente atrás. Sobre el delicado tema del abuso de menores, los filósofos Besancon y Scruton, entre otros, le pidieron que alce su voz contra el fanatismo y la mala fe del mundo secularizado que respeta poco a la infancia.

Quiero decir dos cosas. Los casos de abusos son tremendos porque dejan heridas profundísimas. Benedicto XVI fue muy valiente y abrió el camino. Y siguiendo ese camino la Iglesia avanzó mucho. Tal vez más que nadie. Las estadísticas sobre el fenómeno de la violencia contra los chicos son impresionantes, pero muestran también con claridad que la gran mayoría de los abusos provienen del entorno familiar y de la gente cercana. La Iglesia Católica es tal vez la única institución pública que se movió con transparencia y responsabilidad. Ningún otro hizo tanto. Y, sin embargo, la Iglesia es la única en ser atacada.

Usted dice que «los pobres nos evangelizan». La atención puesta en la pobreza, la más fuerte impronta de su mensaje, es tomada por algunos observadores como una profesión del pauperismo. El Evangelio no condena la riqueza. Y Zaqueo era rico y caritativo.

El Evangelio condena el culto a la riqueza. El pauperismo es una de las interpretaciones críticas. En el Medioevo, había muchas corrientes pauperistas. San Francisco tuvo la genialidad de colocar el tema de la pobreza en el camino evangélico. Jesús dice que no se puede servir a dos amos, Dios y el dinero. Y cuando seamos juzgados al final de los tiempos (Mateo, 25), nos preguntarán por nuestra cercanía con la pobreza. La pobreza nos aleja de la idolatría y abre las puertas a la Providencia. Zaqueo entrega la mitad de sus riquezas a los pobres. Y a quienes tienen sus graneros llenos de su propio egoísmo el Señor, al final, les pedirá cuentas. Creo haber expresado bien mi pensamiento sobre la pobreza en «Evangelii Gaudium».

Usted identifica en la globalización, sobre todo financiera, algunos de los males que sufre la humanidad. Pero la globalización sacó de la indigencia a millones de personas. Trajo esperanza, un sentimiento que no debe confundirse con el optimismo.

Es cierto, la globalización salvó de la miseria a muchas personas, pero condenó a muchas otras a morir de hambre, porque con este sistema económico se vuelve selectiva. La globalización en la que piensa la Iglesia no se parece a una esfera en la que cada punto es equidistante del centro y en la cual, por lo tanto, se pierde la particularidad de los pueblos, sino que es un poliedro, con sus diversas facetas, en el que cada pueblo conserva su propia cultura, lengua, religión, identidad. La actual globalización «esférica» económica, y sobre todo financiera, produce un pensamiento único, un pensamiento débil. Y en su centro ya no está la persona humana, sólo el dinero.

El tema de la familia es central para la actividad del consejo de los ocho cardenales. Desde la exhortación «Familiaris Consortio», de Juan Pablo II, muchas cosas cambiaron. Se esperan grandes novedades. Y usted dijo que a los divorciados no hay que condenarlos, hay que ayudarlos.

Es un largo camino que la Iglesia debe completar. Un proceso que quiere el Señor. Tres meses después de mi elección, me fueron sometidos los temas para el sínodo, y nos propusimos discutir sobre cuál es el aporte de Jesús al hombre contemporáneo. Pero al final, gradualmente -que para mí es un signo de la voluntad de Dios-, se decidió discutir sobre la familia, que atraviesa una crisis muy seria. Es difícil formar una familia. Los jóvenes ya no se casan. Hay muchas familias separadas, cuyo proyecto de vida común fracasó. Los hijos sufren mucho. Y nosotros tenemos que dar una respuesta. Pero para eso hay que reflexionar mucho y en profundidad. Es eso lo que están haciendo el consistorio y el sínodo. Hay que evitar quedarse en la superficie del tema. La tentación de resolver los problemas desde la casuística es un error, una simplificación de cosas profundas. Es lo que hacían los fariseos: una teología muy superficial. Y es a la luz de esa reflexión profunda que podrán afrontarse seriamente las situaciones particulares, también la de los divorciados.

¿Por qué el informe del cardenal Walter Kasper en el último consistorio (un abismo entre la doctrina sobre matrimonio y familia y la vida real de muchos cristianos) generó tanta división entre los purpurados? ¿Cree que la Iglesia podrá recorrer esos dos años de fatigoso camino para llegar a un consenso amplio y sereno?

El cardenal Kasper hizo una hermosa y profunda presentación, que muy pronto será publicada en alemán, en la que aborda cinco puntos, el quinto de los cuales es el de las segundas nupcias. Más me hubiese preocupado que en el consistorio no se desatara una discusión intensa, porque no habría servido de nada. Los cardenales sabían que podían decir lo que quisieran, y presentaron puntos de vista diferentes, que siempre son enriquecedores. El debate abierto y fraterno hace crecer el pensamiento teológico y pastoral. Eso no me atemoriza. Es más: lo busco.

En un pasado reciente, era habitual referirse a «valores no negociables», sobre todo en cuestiones de bioética y de moral sexual. Usted no ha usado esa fórmula. ¿Esa elección es señal de un estilo menos preceptivo y más respetuoso de la conciencia individual?

Nunca entendí la expresión «valores no negociables». Los valores son valores y basta. No puedo decir cuál de los dedos de la mano es más útil que el resto, así que no entiendo en qué sentido podría haber valores negociables. Lo que tenía para decir sobre el tema de la vida lo he dejado por escrito en «Evangelii Gaudium».

Muchos países regularon la unión civil. Es un camino que la Iglesia puede comprender, pero ¿hasta qué punto?

El matrimonio es entre un hombre y una mujer. Los Estados laicos quieren justificar la unión civil para regular diversas situaciones de convivencia, impulsados por la necesidad de regular aspectos económicos entre las personas, como, por ejemplo, la obra social. Hay que ver cada caso y evaluarlos en su diversidad.

¿Cómo será promovido el rol de la mujer dentro de la Iglesia?

Tampoco en esto ayuda la casuística. Es verdad que la mujer puede y debe estar más presente en los puestos de decisión de la Iglesia. Pero a esto yo lo llamaría una promoción de tipo funcional. Y sólo con eso no se avanza demasiado. Más bien hay que pensar que la Iglesia lleva el artículo femenino, «la»: es femenina desde su origen. El teólogo Urs von Balthasar trabajó mucho sobre este tema: el principio mariano guía a la Iglesia de la mano del principio petrino. La Virgen es más importante que cualquier obispo y que cualquiera de los apóstoles. La profundización teologal ya está en marcha. El cardenal Rylko, junto al Consejo de los Laicos, está trabajando en esta dirección con muchas mujeres expertas.

Medio siglo después de la encíclica «Humanae Vitae», de Pablo VI, ¿puede la Iglesia retomar el tema del control de la natalidad?

Todo depende de cómo sea interpretado el texto de «Humanae Vitae». El propio Pablo VI, hacia el final, recomendaba a los confesores mucha misericordia y atención a las situaciones concretas. Pero su genialidad fue profética, pues tuvo el coraje de ir contra la mayoría, de defender la disciplina moral, de aplicar un freno cultural, de oponerse al neomalthusianismo presente y futuro. El tema no es cambiar la doctrina, sino ir a fondo y asegurarse de que la pastoral tenga en cuenta las situaciones de cada persona y lo que esa persona puede hacer. También de eso se discutirá en los preliminares del sínodo.

La ciencia evoluciona y redibuja los confines de la vida. ¿Tiene sentido prolongar la vida en estado vegetativo? ¿El testamento biológico podría ser una solución?

No soy un especialista en argumentos bioéticos, y temo equivocarme en mis palabras. La doctrina tradicional de la Iglesia dice que nadie está obligado a usar métodos extraordinarios cuando alguien está en su fase terminal. Pastoralmente, en estos casos, yo siempre he aconsejado los cuidados paliativos. En casos más específicos, de ser necesario, conviene recurrir al consejo de los especialistas.

14 comentarios

josep
el Papa no puede no puede cambiar la doctrina.
5/03/14 11:36 AM
MH
Es cierto que Los valores son valores, pero en mi opinión cuando se empezó a usar el concepto de valores no negociables es porque esos valores importantes se estaban cuestionando. Por ejemplo el atender a los necesitados como valor no es necesario defenderlo, aunque si promoverlo.
5/03/14 12:04 PM
Ricardo de Argentina
Llama poderosamente la atención que el Papa admita que no entiende lo que significa "valores no negociables", concepto que forma parte de las enseñanzas de Benedicto XVI.
5/03/14 1:33 PM
Marcos
"Más me hubiese preocupado que en el consistorio no se desatara una discusión intensa, porque no habría servido de nada. Los cardenales sabían que podían decir lo que quisieran, y presentaron puntos de vista diferentes, que siempre son enriquecedores. El debate abierto y fraterno hace crecer el pensamiento teológico y pastoral. Eso no me atemoriza. Es más: lo busco." -- aplausos
5/03/14 1:38 PM
Luis Fernando
Ricardo, precisamente lo que el Papa dice es que los valores no se negocian. Simplemente SON.
Esa idea es incluso más radical
5/03/14 2:21 PM
Ricardo de Argentina
Gracias LF., ahora lo comprendo.
5/03/14 2:43 PM
Juan de los Palotes
El término "valores" es muy deficiente y de neta raíz kantiana, impuesto en el lenguaje moderno por Max Scheler. Son como cosas que está ahí al modo de categorías subjetivas, adhesivas, siendo algunos negociables y otros no.

La Iglesia solía hablar del Bien, de los trascendentales del Ser y de virtudes.
No me parece mal que el Papa se refiera al absoluto, con lo que de algún modo, saca un poco de juego al término.
5/03/14 3:02 PM
beto
LF: Bien por tu participación: corta y al grano.

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Es interesante como Francisco aborda la ideología del marxismo: "es falsa". Sin anestesia...

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También tranquiliza su apreciación sobre la "Franciscomanía" generada por los medios.

Es muy consciente del plan de sobredimensionarlo, para luego esmerilarlo por no cumplir con las expectativas que ellos manipularon.
5/03/14 6:13 PM
Gregory
Ha sido interesante leer esta entrevista, el papa afronta temas muy interesantes como su propia popularidad la franciscomania que él mismo considera ofensiva y contraproducente al pretender crear entorno a su persona expectativas inciertas.
5/03/14 6:42 PM
Oscar
Muy preocupante. El Papa dice "La globalización en la que piensa la Iglesia no se parece a una esfera en la que cada punto es equidistante del centro y en la cual, por lo tanto, se pierde la particularidad de los pueblos, sino que es un poliedro, con sus diversas facetas, en el que cada pueblo conserva su propia cultura, lengua, RELIGION, identidad."
Cómo se hace compatible ésto con la instrucción de Nuestro Señor a sus apóstoles: "Id por todo el mundo; y predicad el Evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado". Si cada pueble va a mantener su religión (como si todas fueran verdaderas) y eso implica que no reconozcan a Nuestro Señor, cómo se salvarán?
5/03/14 6:53 PM
Enrique G. B. A.
"La globalización en la que piensa la Iglesia ...., en el que cada pueblo conserva su propia cultura, lengua, religión, identidad. La actual globalización «esférica» económica, y sobre todo financiera, produce un pensamiento único, un pensamiento débil..." que apunta a suprimir identidades para sustituirlas por uniformidades, mientras que la Iglesia con su Evangelio va al encuentro de la diversidad, para proclamar a "sólo Cristo, que es todo y está en todos" Col 3,11.
Una cosa es convertir a Jesús a los hombres, otra que sean tierras baldías al antojo de los latifundistas del pensamiento único.
5/03/14 7:30 PM
Daniel
Óscar, se entiende que no es por una imposición que no sirve de nada. Sino que va en línea con su mensaje de salir y de misionar. Al mismo tiempo es una defensa a los católicos de países en que son minoría.

Y, como decía Luis Fernando Pérez (director de este medio), el Papa no es progre ni tradi.
5/03/14 8:10 PM
guillermo
Es maravillosamente lúcido lo que dice:atenerse a lo concreto .La cita de Freud, quién idolatra violenta , agrede. La huida de lo abstracto, de su prestigio, en detrimento de lo singular y único . Todo nos hace ver , a mí al menos , que Francisco tiene una conciencia especial, una gran intuición, de cuál es el lenguaje del enemigo.y de cómo hay que tener cuidado de no caer en él, de descubrirlo. Sus deseos de ser normal, un párroco para esa mujer a la que se le ha muerto su hijo, va más allá, como pudiera parecer, de un gesto sentimental o simplemente fraterno, es una acción-reflexión de hondo calado y se dirige a la línea de flotación del enemigo. Alguien afirmaba que mientras el Evangelio habla en concreto la Iglesia lo hace en abstracto.Cuántas discusiones entre cristianos no lo son si no entre palabras , y son ellas las que acaban pensándonos, como advertía aquel filosófo , Nietzche.Quienes hayan pretendido un Papa Francisc ´ágrafo y populachero se han equivocado , ¡ Bendito sea Dios ¡
5/03/14 8:45 PM
Antonio
Oscar, creo que la primicia de la que partes, es equívoca, Francisco señala la comparación de lo que es la globalización frente a la Iglesia, la Iglesia está extendida por el mundo, y es un factor dentro de la misma ideosincracia de los pueblos. La globalización lo que permea es la desintegración de la cultura y la religión, esclaviza todo al dinero e interes.
5/03/14 8:50 PM

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