(Zenit/Agencias/InfoCatólica) Monseñor Angelo Amato, delegado especial del Papa Benedicto XVI, presidió la misa, que fue concelebrada por más de cien obispos y 1.500 sacerdotes.
Los fieles comenzaron a llegar a las seis de la mañana, cinco horas antes del comienzo de la ceremonia. La madre de Popieluszko, de 90 años, su hermana Marianna y sus hermanos fueron algunos de los asistentes. El mismo Lech Walesa estuvo también. La multitud aplaudió cuando un retrato de Popieluszko fue develado.
“Es una gran día para la Iglesia de Polonia y para toda nuestra patria”, declaró el arzobispo de Varsovia, Mons. Kazimierz Nycz, al iniciar la Misa, retransmitida por televisión. “El padre Popieluszko es beatificado como ejemplo de la defensa de derechos y de la dignidad humana, también como modelo del diálogo y reconciliación”, dijo Mons. Nycz.
En su alocución dominical antes del Angelus el pasado domingo, el Papa Benedicto XVI se refirió a la beatificación del padre Popieluszko:
“Envío un cordial saludo a la Iglesia en Polonia que se regocija hoy por la elevación a los altares del padre Jerzy Popieluszko. Su celoso servicio y su martirio son un signo especial de la victoria del bien sobre el mal. Que su ejemplo y su intercesión nutran el celo de los sacerdotes e inflame a los fieles con el amor”.
Al término de la misa de beatificación, las reliquias del capellán fueron llevadas en cortejo a través de la capital hasta llegar al Templo de la Providencia Divina, una imponente iglesia en construcción en el barrio de Wilanow, a 12 km de la plaza Pilsudski. Allí se celebrará otra misa y diferentes actos para festejar la beatificación del sacerdote polaco.
La influencia del padre Popieluszko en la resistencia al régimen comunista
El padre Jerzy Popieluszko fue ordenado sacerdote por el cardenal Stefan Wyszynsky el 28 de mayo de 1972 en Varsovia. Además del trabajo como párroco en la Iglesia de San Estanislao de Kostka, como capellán del sindicato católico Solidaridad el padre Popieluszko desarrollaba su ministerio entre los trabajadores organizando conferencias y encuentros de oración. Asistía a los más pobres y enfermos, les administraba el sacramento de la confesión y se convirtió en un apoyo para sus familias. Les enseñaba a responder con oraciones y cantos sagrados y patrióticos ante las amenazas y las agresiones que pudieran recibir.
Su actitud de resistencia pacífica y su gran capacidad de influir en los fieles desde su parroquia de Varsovia, en especial en las “misas por la patria” durante la ley marcial, acabó con la paciencia del régimen, que ordenó su secuestro y asesinato. Fue secuestrado por tres agentes de la policía política el 19 de octubre de 1984, tras haber celebrado en Bydgoszcz, su última misa. Aunque se encontraba atado, intentó escapar. Los secuestradores le apresaron de nuevo y le golpearon de manera aún más violenta. Le ataron entre la boca y las piernas para que no pudiera desatarse sin asfixarse. Le pusieron una roca en los pies y lo echaron al Vístula cuando todavía estaba vivo. Tenía 37 años.
La noticia del secuestro la dio el chofer del padre Jerzy, Waldemar Chrostowski, que logró saltar fuera del coche de los secuestradores y esconderse en el bosque. Durante muchos días, se siguió esperando en que el capellán de Solidaridad continuara con vida. Hasta que, el 27 de octubre, el capitán Grzegorz Piotrowski confesó: “Lo he matado yo, con mis propias manos”.
El cuerpo se encontró después en el lago artificial formado por la presa de Wloclawek, a unos cien kilómetros al norte de Varsovia. El impacto fue impresionante pero el pueblo polaco lo afrontó sin ceder a la ira o a la violencia, recordando las palabras que el padre Jerzy solía repetir: “Tenemos que vencer al mal con el bien”. A pesar de las amenazas y de la violencia, más de medio millón de personas estuvieron presentes en el funeral del padre Popieluszko. La conmoción en Polonia y la indignación en la comunidad internacional puso en jaque al gobierno comunista polaco que, cinco años después, cayó definitivamente.
Quienes ordenaron este delito, relatado en sus detalles macabros por los asesinos, en el curso de un dramático proceso, no fueron nunca juzgados. Los imputados fueron condenados pero vieron reducida la pena y han salido ya todos de la cárcel.
Desde entonces la tumba del padre Popieluszko, que se encuentra junto a la iglesia de San Stanislao Kostka en Varsovia, es la meta continua de decenas de peregrinaciones de fieles que lo veneran como el testigo de la resistencia moral y espiritual del pueblo polaco. En estos 26 años, unos 18 millones de peregrinos la han visitado. Allí oró también el papa Juan Pablo II durante su viaje a Polonia en 1987. El proceso de beatificación se inició en mayo de 2001 y Benedicto XVI aprobó el 19 de diciembre del pasado año su beatificación.